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La tarea de la reconstrucción
Por Carlos Mira - 11 de Diciembre, 2015, 22:05, Categoría: Opinión
Las ansiedades
propias del cambio de gobierno, las esperanzas sumadas de millones que esperan
un cambio copernicano en la manera en que la Argentina ha sido
gobernada estos últimos años, deban quizás ajustarse en el tiempo. Es tal el
desbarajuste, tal el daño profundizado de las últimas semanas (prácticamente
desde las PASO hasta ayer), tal la voluntad mezquina y ladina de hacer el mal,
que los pasos a darse deben ser cuidados para sostener hasta el último argentino,
incluidos, claro está, los que no votaron a Macri y hasta los que salieron el
miércoles 9 a
las calles de Buenos Aires con remeras impresas anunciando que serían su
“pesadilla” por los próximos cuatro años. La principal tarea
del gobierno en este momento, es preparar una gigantesca conferencia de prensa
para entregar el resultado de la primera auditoria del Estado. Los argentinos
debemos saber la verdad después de haber vivido más de una década sumidos en la
mentira y en un relato fantástico. Es verdad que el cepo hay que levantarlo
cuanto antes y seguramente así se hará, para empezar a abrir el grifo de
oxígeno a millones de productores al borde del colapso. Pero el principal
objetivo del nuevo gobierno debe ser decirnos la verdad. No sólo las verdades
de lo que será su gestión, sino la verdad pasada. Sólo partiendo de un cuerpo
purificado por la cruda realidad, se puede empezar a construir un país desde
sus escalones más bajos. La Argentina
está en default, con negociaciones cortadas con el mundo en general y con el
financiero en particular, tiene leyes que maniatan a cualquiera que quiera
empezar a desarmar esta maraña; leyes sancionadas a propósito, con toda mala
intención. El BCRA ha sido
literalmente saqueado, incluso con operaciones cuya mera legalidad la Justicia está estudiando
hoy. Al lado de esa realidad, miles de millones de dólares en poder de los
ciudadanos están esperando una palabra clara para confiar y volcarse a los
mercados. Esa palabra debe
llegar en los próximos días. Si bien el ministro de hacienda Prat Gay adelantó
que no habrá un “paquetazo”, sí es preciso un programa coherente, balanceado y
puesto a funcionar todo al mismo tiempo para que ese shock de confianza
comience a dar sus frutos. La tarea de
informar a la ciudadanía no debe parar. Si yo fuera el gobierno, haría
conferencias de prensa semanales durante los próximos seis meses, área por
área, para que los argentinos sepamos dónde nos dejaron. No digo esto con
ánimo de revancha, sino con el sentido técnico que puede tener para una persona
ir a visitar un psicólogo en un momento determinado de su vida. El psicólogo es
un técnico cuya misión consiste en que el paciente finalmente conozca y acepte
su verdad, para que desde allí, como un adulto, pueda empezar a recomponer lo
que estaba fuera de escuadra. La sociedad
necesita ese psicólogo para salir de la mentira y volver a la verdad. Ese
camino no será sencillo ni agradable para muchos. Es más, puede ocurrir que,
como frente a cualquier psicólogo, muchos hagan oídos sordos, no quieran
escuchar y prefieran seguir creyendo que vivir de fantasías es posible. La Argentina
debe cambiar el chip y pasar de vivir de fantasías a vivir de sueños. La
diferencia puede ser sutil, pero es demoledora. Los sueños son un motor incansable
de la vida; nos ponen un norte, una dirección, un objetivo. Nos ayudan a elegir
las mejores herramientas para conseguir esa meta que soñamos. Son una gran
brújula para mantenernos en el camino más corto hacia nuestros logros. Son un
GPS que se enoja cuando nos desviamos del camino. Las fantasías son
magias irrealizables, son cuentos. Cuando la fantasía puede convertirse en
realidad es un sueño, no una fantasía. La Argentina
ha sido soporizada para vivir en una fantasía durante muchos años. Aferrados al
despilfarro y a la quema irresponsable de capital, infraestructura y stocks,
nos creímos un cuento que nos costó carísimo. Enterarnos ahora
del nivel de la factura, será duro. Pero el presidente Macri nos debe esa
dureza. El cambio que la sociedad votó también ha sido en parte un cambio para
salir de la mentira. Al lado de los cumplimientos inmediatos de las promesas de
campaña, debe aparecer lo que se dijo en el discurso inaugural: no ocultarnos
la verdad. En esa tarea debe
ponerse casi tanta enjundia como la que seguramente el nuevo equipo de gobierno
debe estar poniendo para construir un dique financiero enorme que permita abrir
las compuertas del dólar. Es cierto que
muchos deben estar pensando en que Macri dijo que levantaría el cepo el primer
día. Es cierto que muchos deben estar diciendo, “viste, te dije que no iba a
poder hacerlo el primer día” y que otros se sentirán frustrados por esa demora. Y es verdad que la
demora no debe ser mucha. La magia inexplicable que se produce en los primeros
instantes de un gobierno no se repite después, a menos que uno sea un demagogo
profesional y no le importe más que su propio ombligo. Por eso estamos
frente a momentos cruciales. Momentos en donde hay que estar a la altura de las
circunstancias. Momentos que al mismo tiempo combinan la necesidad de sincerar
las variables económicas comprimidas durante tantos años, de decir
verdaderamente dónde estamos parados y de cuidar hasta el último argentino, aun
aquel que se defina como el más bilioso enemigo del nuevo gobierno. Se trata de una
tarea titánica. Pero su dimensión también le dará medida al éxito que ojalá
acompañe a quienes tienen hoy la responsabilidad de gobernar. Por Carlos Mira
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