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El kirchnerismo dilapidó su poder
Por Armando Maronese - 7 de Abril, 2015, 21:53, Categoría: Opinión
"Saturno Devorando a un Hijo" es una de las
pinturas al óleo sobre revoco, que formó parte de la decoración de los muros de
la casa que Francisco de Goya adquirió en 1819, llamada la Quinta del Sordo.
Junto con el resto de ellas, fue trasladada de revoco a lienzo a partir de 1874
por Salvador Martínez Cubells, como había encargado el barón Émile d’Erlanger,
un banquero francés, de origen alemán, que tenía intención de venderlas en la
Exposición Universal de París de 1878. En 1881, d’Erlanger las cedió al Estado
español, que las destinó al Museo del Prado, donde se expusieron desde 1889. El acto de comerse a su hijo se ha visto, desde el
punto de vista del psicoanálisis, como una figuración de la impotencia sexual,
sobre todo en relación con otra pintura mural que decoraba la estancia,
"Judit Matando a Holofernes", tema bíblico en el que la bella viuda
judía Judit invita a un banquete libidinoso al viejo rey asirio Holofern es,
entonces en guerra contra Israel y, tras emborracharlo, lo decapita. El tema es
denso pero inspiró lo siguiente: Al kirchnerismo, desde el principio, se le ofreció
servida en bandeja la oportunidad de apoyar y desarrollar fuerzas sociales que
contribuyeran al crecimiento y desarrollo sostenidos del país, vale decir a que los logros del gobierno K
una vez finalizado se continuaran en el tiempo a través de la sociedad civil. Sin embargo, prefirió
meramente gestar herencias estatales prebendarias como la juventud nucleada en
La Cámpora y otras agrupaciones similares que dependen del presupuesto
nacional y de la permanencia del kirchnerismo en el poder, al ser hijos de la burocracia pública, no de las
fuerzas sociales reales que son las que a la postre importan. Veamos de
quiénes hablamos. La clase
media rural - La primera expresión
real de la sociedad en la era K surgió como efecto del aumento internacional
del valor de las materias primas que nos otorgó nuevamente
-como a principios del siglo XX- ventajas extraordinarias en el contexto
mundial. A partir de esa realidad externa, se conformó
internamente una nueva camada de productores agrícolas tecnológicamente
modernizados que dejaban de lado viejas diferencias políticas para adaptarse a
un nuevo mapa productivo sustancialmente distinto al del pasado. Un mapa donde la Federación Agraria y la Sociedad
Rural se aproximaban incluso social y políticamente porque ambas instituciones
representativas de diversos sectores del campo (y otras similares) tendían a
unirse frente a los grandes pools internacionales que pasaban a
desempeñar el papel que antes ocupaba la Sociedad Rural, mientras que tanto
ésta como la Federación Agraria pasaban a expresar la nueva clase media
rural en sus diversas vertientes. De haber existido una
alianza estratégica, no política, en la que el gobierno nacional fomentara
estas nuevas fuerzas sociales contribuyendo a su organización, hubiera servido
para consolidar a largo plazo en el país el modelo “Rafaela” (esa comunidad ejemplo del nuevo desarrollo agrario) y
permitido una expansión como nunca tuvimos de la agroindustria o del agro
aliado a los servicios modernos. Sin embargo, a partir de una
lectura sectaria y anticuada de la realidad, el gobierno decidió que las nuevas
organizaciones sociales de productores representaban al enemigo, como que la vieja Sociedad Rural hubiera cooptado y
transformado en oligárquica a la Federación Agraria en vez de entender (como
perfectamente entendieron los gobiernos de izquierda de Brasil y Uruguay) que
estaba pasando todo lo contrario. Una novedad histórica analizada con anteojos sectarios,
logró que el kirchnerismo se comiera a su primer hijo productivo. En 2007, Cristina Kirchner ganaba su primer período presidencial con el apoyo irrestricto de la nueva clase media rural aparecida bajo la gestión de su marido. Sin embargo, a los pocos meses le declaraba la guerra, que la conduciría a su fracaso legislativo de 2009.
Peter Paul Rubens imaginó así a Cronos comiéndose a sus hijos. El dios caníbal lleva una guadaña, ya que es un dios agrícola. Con ella cortó los genitales de Urano. La clase
media urbana - En 2001-2012 la
tradicional clase media urbana argentina estalló por los aires, dejando de ser
la clase hegemónica que había sido por décadas, y sus miembros pasaron en
multitud a formar parte de los “empobrecidos”. La reactivación del consumo
durante la presidencia de Néstor Kirchner, luego propiciada aún más por
Cristina Fernández de Kirchner, hizo que esa clase media se fuera recuperando. Ella constituyó el gran
sostén del triunfo K de 2011, que
consagró la reelección de Cristina K de un modo apabullante (con un 54% de
votos pero con una imagen positiva que a veces llegó a casi el 80% por la
influencia cultural que tiene la clase media sobre el resto de los grupos
sociales) Sin embargo, bastó que eso
ocurriera para que culturalmente el peronismo gobernante hiciera todo lo
posible a fin de malquistarse con esa clase media urbana que había sido su
sostén triunfal, como cuatro años antes fuera la clase media rural. Sostenida en una precaria y fosilizada idea populista,
se ocuparon sistemáticamente de herir toda la simbología de esa clase media,
básicamente por su interés desesperado en la re-reelección que los llevó a
hacer del país una especie de feudalismo “progre”, un caudillismo
legitimado por ideas mal digeridas de la vieja izquierda. El kirchnerismo, aún más en su versión cristinista, no
tiene nada de peronismo obrero, sindical o de otros sectores populares. Por su conformación social y hasta por su
ideología es un típico peronismo de clase media que debió (aprendiendo incluso
de los errores del primer peronismo, el de Perón) cultivar su relación con
dichos sectores. Pero en vez de
eso, se dedicaron a reivindicar como buenos, los malestares de los sectores
marginales mientras repudiaban a la clase media por sus supuestos bienestares. Decidieron constituirse -a partir del relato-, en un peronismo lumpenproletario y repudiar de un modo irracional e innecesario todas las formas culturales tradicionales de la clase media, a la cual acusaron de individualista, egoísta, anti peronista. Incluso uno de sus íconos culturales -Fito Páez-, confesó que le daba asco (algo así como darse asco a sí mismo) Todo ese tamaño desprecio oficial, condujo a las grandes movilizaciones de nuestros indignados de clase media, que comenzaron con la del 13 de septiembre de 2012 y que junto a otras dos posteriores de colosal envergadura, acabaron con los sueños re-reeleccionistas y condujeron al cristinismo a la derrota legislativa de 2013.Así, mientras Brasil y Chile
incorporaban millones de pobres a las nuevas clases medias, nosotros sólo
recuperábamos a la que había sido destruida en 2001-2002, pero luego la
insultábamos y menospreciábamos, impidiendo además que los nuevos sectores
marginales de la pobreza se sumaran a ella. Un malentendido fenomenal que en los momentos de
locura tota,l llevó a voceros oficialistas a idealizar la vida en las villas. La Justicia - Si hubo un hecho institucional de envergadura
durante el kirchnerismo fue la constitución de una Corte Suprema de Justicia
independiente del resto de los poderes, como corresponde a una República. Néstor Kirchner se dio el
gusto de nombrar como jueces a personas representativas de las distintas
variantes del progresismo pero de ellas, ninguna era un militante suyo (con el
tiempo uno solo acabaría siendo un apéndice del oficialismo). La Corte, como era de suponer, en su transcurrir,
falló a favor o en contra del gobierno con una objetividad muy grande. Pero de a poco, el kirchnerismo se fue viendo complicado en distintos hechos de
corrupción y frente a ello recurrió a una nueva teoría jurídica extraída del
antiguo marxismo en sus versiones más vulgares: la de sostener que no
existe la independencia ni la objetividad judiciales; que se está con el
gobierno “popular” o se responde a las corporaciones económicas. A partir de allí, Cristina Kirchner se dedicó a partidizar a como diera lugar el Poder
Judicial en vez de extender a toda su estructura el magnífico ejemplo de la
Corte en los inicios K. Desde hace ya un par de años, estamos en esta nueva
guerra iniciada por el gobierno y en estos momentos se encuentra en uno de sus
capítulos más desaforados, más delirantes, más bananeros. En síntesis, el mismo gobierno que en sus orígenes
conformó o ayudó a conformar una nueva clase media rural, recuperó la clase
media urbana e indicó un camino de institucionalidad republicana en la cúpula
de la Justicia, con el tiempo se dedicó a negar sus propias creaciones, como un
padre que devora a sus hijos. Imagínense el país que hoy
tendríamos si las grandes fuerzas sociales nacionales, sumadas a una
institucionalidad republicana en serio, hubieran sido las grandes aliadas del gobierno
para transformar estratégicamente a la Argentina. Pero no, el kirchnerismo -urgido por sus propias
corrupciones e influido por un ideologismo faccioso- decidió pelearse con lo
mejor de su propio tiempo histórico. Y así estamos. Por Armando Maronese |