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Nerviosismo en el vértice del poder
Por Dr. Jorge R. Enríquez - 29 de Noviembre, 2014, 19:26, Categoría: Opinión
Llamar
“caranchos judicales” a los magistrados que investigan delitos de lavado de
dinero, es un nuevo exceso verbal de la presidente de la Nación. A falta de
argumentos, la señora de Kirchner se aferra a la ornitología (buitres,
caranchos), lo que le permite evadir las explicaciones concretas que la
sociedad está demandando. Lo
cierto es que el tardío despertar de algunos jueces, está provocando un
inocultable nerviosismo en el vértice del poder. Todos los recursos del Estado
son puestos en la defensa de una ciudadana que es objeto de investigación por
actos u omisiones personales, no en carácter de funcionaria pública. Por
otra parte, la presidente "escracha" al juez que la investiga con
revelaciones sobre una sociedad que integraría, empleando información a la que
no debería acceder si no puede acceder el resto de los argentinos y confunde el
propósito de la pesquisa, que no se agota en una infracción administrativa,
sino que persigue desentrañar una madeja de operaciones de lavado de dinero. Los
hechos que involucran a Cristina Kirchner y a su vinculación con Lázaro Báez,
son de una enorme gravedad. En cualquier país normal pondrían al gobierno
contra las cuerdas. En la Argentina está tan naturalizada la corrupción, que
hasta la presidente sospechada se da el lujo de denigrar al juez que la
investiga. No más feliz fueron las declaraciones del Jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, sobre un "golpismo activo" que sería el motor de las acciones judiciales que afectan a la presidente de la Nación. Hablar
de golpismo en la Argentina de hoy, es un deliberado anacronismo usado
para desviar la atención del incómodo foco puesto en la familia presidencial.
Nadie piensa en ningún golpe. En todo caso, es un golpe durísimo a la confianza
pública en las instituciones democráticas, que quien conduce las riendas del
país esté seriamente sospechada de haber participado en operaciones de lavado
de dinero. Capitanich urde conjuras imaginarias que ya nadie cree. Acaso
acostumbrado a no pensar por sí mismo y a obedecer ciegamente los dictados de
su jefa, cree que todos son de su condición. La Jefatura de Gabinete, acaso la
innovación menos lograda de la reforma constitucional de 1994, encuentra en él
a la mejor figura posible para encarnar un órgano que nació con pretensiones de
Primer Ministro, y ha llegado a ser menos que un ordenanza. Capitanich
debería comprender que sus monsergas matinales, sólo lo sumen cada día más en
el ridículo. Es, con toda seguridad, mucho mejor intelectualmente que el papel
que ha elegido representar, pero esa conjetura no lo excusa; al contrario,
agrava desde el punto de vista moral la degradación que ha aceptado. El
gobierno nacional debería saber que la táctica de denunciar al denunciante, es
muy burda y ya está demasiado gastada. Los argumentos “ad hominem” carecen de
toda consistencia. Que desmientan con pruebas las severas imputaciones de las
que el círculo presidencial es objeto. Y, si no pueden, que por lo menos se
callen. Los argentinos no queremos que sigan ofendiendo nuestra
inteligencia. Por Dr. Jorge R. Enríquez |