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Sobre pobres y oligarcas
Por Agustín Laje - 21 de Septiembre, 2014, 2:20, Categoría: Opinión
Suele enseñarse, bajo
las lecturas de la historia oficial de los siglos XIX y XX, que la “oligarquía”
consistía en un grupo económicamente privilegiado que, en virtud precisamente
de ese poder económico, accedía al poder político. Ideológicamente, además, se
calificaba a esa oligarquía como de “derecha”. Tras la experiencia
kirchnerista, empero, aquello que entendíamos por oligarquía deberá ser
invertido de cabo a rabo. En efecto, la oligarquía del siglo XXI consiste en un
grupo de izquierdistas que, en virtud de su poder político, cosechan poder
económico apropiándose o aventajándose de los recursos públicos. Así las cosas, la
Argentina atraviesa momentos dignos de una escena surrealista. Mientras nos
enteramos que el patrimonio de nuestra Presidente Cristina Kirchner aumentó 15%
en el último año (lo que equivale a más de 7 millones de pesos adicionales en
su fortuna personal que alcanza los $55.304.793) y que La Cámpora ya tiene
entre sus filas a cinco nuevos “millonarios”, el también millonario Víctor Hugo
Morales nos sumerge –desde su cómodo y lujoso departamento en Av. Libertador−,
en el debate sobre si vivir en una villa obedece a una elección cinéfila o a
una lastimosa condición indigna. El inefable Víctor Hugo, siempre tan dispuesto
a servir a sus patrones políticos, desde ya que se inclina por la primera
opción. Esta es la Argentina
que tenemos; una Argentina que ve aumentar a pasos agigantados sus índices de
pobreza al mismo tiempo que ve aumentar, con idéntica velocidad, el tamaño de
los bolsillos de sus dirigentes políticos en el poder. ¿Casualidad o
causalidad? Lo cierto es que el
Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina
(UCA) ya ha revelado, hace pocos meses, que en Argentina la pobreza es del
27,5%. Para el Instituto Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP), en cambio,
el 36,5% de la población se encuentra bajo la línea de pobreza. La diferencia
entre una investigación y otra está en dónde ubican el ingreso mínimo que
determina el estado de pobreza: mientras que para la UCA una familia tipo con
menos de $4.200 mensuales es pobre, para el IPyPP una familia tipo no debería
percibir menos de $6.000. Se tome la una o la
otra, la conclusión es la misma: la pobreza en Argentina continúa siendo un
problema de dimensiones espectaculares que no ha sido solucionado por un
gobierno que, precisamente, ha instrumentalizado a los pobres a través de sus
aparatos clientelares para hacerlos rehenes de un sistema político perverso. En
definitiva, el populismo no es otra cosa que el soborno de los pobres con su
propio dinero. Debe considerarse que
estos altísimos guarismos de pobreza se dan, paradójicamente, en un marco
económico internacional sumamente favorable; de hecho, jamás la Argentina tuvo
un escenario tan favorable como el que transitó el kirchnerismo. Y es que hasta
el año 2002, con motivo del precio de los commodities que imperaban por
entonces, por exportación agrícola ingresaban al país 5 mil millones de dólares
anuales. Con el ingreso de China e India al mercado mundial y la consiguiente
multiplicación del valor de nuestra materia prima, desde el año 2003 hasta el
2013 han ingresado 26 mil millones de dólares por año. Estos números evidencian
la realidad sobre lo que fue, verdaderamente, una década perdida. Va de suyo que los
voceros del régimen han descalificado las mediciones privadas sobre la pobreza.
“Es absurdo creer en los índices de pobreza que se publican desde el sector
privado” supo esgrimir hace poco Capitanich. Claro: mucho más sensato para él
sería que la gente creyera en las cifras brindadas por el INDEC, aunque el
problema es que tales cifras no existen, pues el INDEC desde hace más de un año
que ha decidido no hablar más sobre la pobreza. Se trata así de un tema
virtualmente prohibido; sus últimas “mediciones” hablaban de 4,7% de pobres en
el país, bajo el supuesto de que una persona puede comer por $ 6 diarios, un
verdadero absurdo que la gente no creyó y por ello se decidió meter bajo la
alfombra la cuestión. “Para nosotros la
pobreza no es una estadística o un número”, es la justificación que da
Oscar Parrilli al mutismo gubernamental sobre la problemática de la pobreza.
Una tomada de pelo para todo aquel capaz de comprender que las estadísticas
resultan vitales para analizar problemáticas, elaborar políticas públicas,
controlarlas y rectificarlas de ser necesario. Los economistas suelen
decir que con la inflación, los precios suben por el ascensor y los salarios
por las escaleras. Así pues, el problema de la pobreza está directamente
vinculado a la problemática de la inflación; básicamente, a mayor inflación
mayor pobreza por el deterioro del poder de compra. Y dado que la economía
argentina se encuentra en un estado de alta inflación (40% anual) y recesión,
no es difícil prever que la pobreza continuará en aumento sostenido. Esta es la Argentina
que tenemos; una Argentina en la que los oligarcas izquierdistas aman tanto a
los pobres, que amándolos los multiplican. Por Agustín Laje (*) (*) Agustín Laje dirige el Centro de Estudios Libertad y
Responsabilidad (LIBRE), es autor del libro “Los mitos setentistas” y coautor
del libro “Cuando el relato es una farsa”.
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