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Dejar tierra arrasada o serruchar la propia rama
Por Jorge Raventos - 21 de Septiembre, 2014, 2:59, Categoría: Opinión
Es probable que el
gobierno, consumidor adicto de su propio relato, esté confundiendo una retirada
con una ofensiva. El martes 19, frente a
las cámaras de la cadena nacional, la señora de Kirchner confesó que estaba “un
poco nerviosa”. No era para menos: incentivada por su ministro favorito,
acababa de confirmar un rumbo de colisión con la Justicia de Estados Unidos y
de agravamiento del ya dramático aislamiento internacional de la Argentina. Más motivos para su
inquietud: esa misma mañana, el titular de la Comisión Nacional de Valores,
Alejandro Vanoli, había caracterizado como “una confusión” al extenso párrafo
del anterior discurso presidencial (también en cadena), en el que la señora
informó que se aplicaría la Ley Antiterrorista a una empresa gráfica
estadounidense radicada en el país. Al parecer había sido mal asesorada: la
escandalosa referencia a esa ley era “un error”, la Presidente había sido mal
asesorada. En tal caso, ¿no podría
ocurrir lo mismo ahora, en la gran movida del default/no default, el corte de
manga al juez Thomas Griesa y el cambio de jurisdicción de la deuda del país?
Las decisiones tienen
una lógica interna: los aciertos y los errores responden a una cierta
naturaleza. Parece evidente que -a diferencia del rumbo que adoptó obligada
cuando indemnizó a Repsol, pagó con creces la deuda con el Club de París y
cumplió con fallos adversos ante el CIADI- esta orientación que la pone un poco
nerviosa es, sin embargo, la que la señora de Kirchner prefiere. En ella brota
constantemente el afán de reiniciar la historia a partir de su propia
aparición, de contraponer, de definir lo verdadero y lo falso, el bien y el
mal. Patria o buitres. Probablemente a este camino
es al que se refería Axel Kicillof cuando afirmaba que “tenemos todo bien
estudiado”. Error o no, la mención a la Ley Antiterrorista para castigar a una
empresa en dificultades operativas y la presentación del proyecto de reforma de
la Ley de Abastecimientos, que permite transferir a burócratas del Poder
Ejecutivo decisiones estratégicas de las empresas, combinan muy bien con la
nueva jugada sobre la deuda: son pasos en la dirección del amurallamiento del
país y de la concentración del poder. Una pretensión siempre exorbitante y
seguramente extemporánea en las actuales condiciones crepusculares del ciclo K.
Más bien un rugido de ratón. Otras
voces, otros ámbitos - El
gobierno empieza a observar que las resistencias que antes atomizaba o disolvía
sin demasiado esfuerzo, ahora se consolidan y se extienden. Los empresarios se
agrupan y se plantan frente a proyectos como el de intervenir la actividad
privada con la excusa del abastecimiento y la defensa de los consumidores. El
llamado G6 (las organizaciones que agrupan distintas ramas de la actividad
empresarial: industria, agro, bancos, comercio, construcción y la Bolsa)
suscribió, unánime, un documento que tilda de inconstitucional la propuesta. El
frente de rechazo es más extenso: lo acompaña el Foro de Convergencia
Empresarial, que viene reuniéndose en los últimos meses y se propone impulsar
políticas de Estado para el desarrollo del país. El gobierno ubica a ese
conglomerado de sectores en el campo adversario. En rigor, lo visualiza como
enemigo y con sus actos lo empuja a confirmar esa caracterización. De hecho, la coalición
oficialista muestra signos de disgregación al percibir que los actos de
gobierno y su política de confrontación, que ahora convierte en “buitres” a
todos los que disienten, la aíslan y perturban sus posibilidades electorales. Los aspirantes a la
Presidencia con mejores perspectivas para las elecciones de 2015 -sin excluir a
los que se mantienen bajo el techo oficialista-, hablan con los hombres de
negocios y conocen de cerca sus preocupaciones. Sergio Massa cuenta
entre sus acompañantes a dirigentes industriales como José Ignacio De
Mendiguren y a hombres del sector rural, como Eduardo Buzzi; José Manuel De la
Sota acaba de reunirse en Córdoba con el G6 y firmó con sus líderes un documento
repudiando el proyecto sobre abastecimientos, la intención de aplicar la ley
antiterrorista a empresas en dificultades y también la reciente prohibición a
la exportación de carne, que vuelve a golpear a un sector largamente castigado.
Mauricio Macri primerizó a todos sus competidores pronunciándose contra los
anuncios presidenciales sobre el pleito con los holdouts. ¿Y
por casa…? - El
oficialismo no puede dejar de registrar que en sus propias filas hormiguea la
reticencia al rumbo de confrontación adoptado en esos campos. El profesional y
disciplinado presidente del bloque oficialista de Senadores, Miguel Ángel
Pichetto, anticipó que, si bien acompañará la sanción del proyecto de ley de
Abastecimiento del Ejecutivo, tiene discrepancias personales con ella, ya que
-dijo- “tengo una mirada de un capitalismo de mercado más abierto”. Pichetto se
diferenció, además, resistiendo el tratamiento expeditivo que deseaba el
Palacio de Hacienda y sostuvo que el proyecto requería “un debate importante” y
que “no se va a votar de un momento a otro”. Para detectar lo que se
elabora en las filas de Daniel Scioli es recomendable atender a las
declaraciones que ofreció al diario La Nación uno de sus hombres de mayor
confianza, Gustavo Marangoni. Sobre la ley de abastecimiento, Marangoni afirma
que “conviene avanzar un poco más despacio, con mayores niveles de consenso. La
Argentina necesita del compromiso de sus emprendedores”. Sobre el tema holdouts: “Me parece que hay que terminar el
puente. Tres cuartos no sirven. El cuarto final es salvar esta situación con
los holdouts. Habiendo un fallo, lo
que hay que ver es cómo cumplirlo sin comprometer el resto”. Sobre inflación:
“Es muy alta (…) una inflación de dos dígitos en el contexto actual del mundo
es alta. Y una inflación alta no es conveniente, no sirve”. En esas declaraciones
del virtual portavoz de Daniel Scioli hay, inclusive, reticencias de carácter
político sobre planes de la Casa Rosada. Específicamente sobre el tema
candidaturas: (las PASO) “no debería ser sólo para la fórmula presidencial.
Para todos los niveles de gobierno, para todas las listas de diputados, de
senadores…” El periodista de La
Nación quiere más claridad aún y pregunta si le intención es “impedir que les
metan a dedo gente en las listas”. Marangoni le da el gusto: “Exacto. Daniel Scioli
ingresó en la vida política compitiendo en una interna con Toma. Yo creo en el
valor de la competencia”. Radicalización
del populismo - Las
resistencias se extienden. Abarcan al empresariado urbano y rural, y alcanzan
también a un movimiento obrero que se expresó un día jueves (todavía, pero
quizás por última vez, sin la CGT “Balcarce”). Pero el gobierno no ceja en la confrontación
- En vísperas de la elección de 2011, con la candidatura de la señora de Kirchner
flameando al tope y las ilusiones re-reeleccionistas todavía vigorosas, el
jacobinismo cristinista empezó a develar su programa de “profundización del
modelo”. Uno de sus voceros, Roberto Feletti, lo denominó “radicalización del
populismo”. Y explicaba que hasta ese momento (hablaba en mayo de 2011) un
problema del populismo oficial residía en que “no era sustentable, ya que no
podía apropiarse de factores de renta importantes”, pero una vez “ganada la
batalla cultural contra los medios, y con un posible triunfo electoral en
ciernes, no tendremos límites”. Aquel programa, pensado
para “apropiarse de factores importantes de rentas” (es decir, de utilidades
ajenas) en condiciones de ofensiva triunfal, se ha desempolvado ahora cuando la
situación se ha invertido. De aquel contexto que pintaba Feletti sólo se
confirmó un dato (el triunfo electoral), aunque aquel 54 por ciento no tardó en
evaporarse y el triunfo de 2011 se transformó en derrota en 2013. En cuanto al
resto, la “batalla cultural” terminó en contraste, la re-re pasó a mejor vida y
se inició la retirada del poder, reculando en zigzag, un día hacia los
mercados, otro en contra. Hasta las últimas semanas, en las que la Presidente
parece haber optado por poner en práctica el “populismo radical” en condiciones
de derrota. El
incendio y el éxodo - En
diciembre de 2008, se señalaban las fantasías de devastación que excitaban a la
Presidente tras la derrota oficial en su lucha contra el campo: “Durante un
viaje al Noroeste, en un acto en San Salvador de Jujuy, la señora de Kirchner
ensalzó los esfuerzos de su gobierno en términos de “ una nueva epopeya, como
la del éxodo de Belgrano, como la del Exodo Jujeño“. Tal vez se tratara de una
metáfora reveladora, surgida menos de una súbita inspiración poética que de
afiebradas conversaciones conyugales en la soledad de El Calafate. Manuel
Belgrano decidió esa maniobra defensiva desesperada cuando se consideró en
inferioridad ante los españoles del general Goyeneche, reforzados con tropas
que llegaban desde el Alto Perú; ordenó abandonar la plaza y dejar atrás sólo
tierra arrasada: quemar casas y cosechas. Cuando evocaba el Éxodo Jujeño
comparándolo con su propia (módica) epopeya, esas imágenes que desfilaban por
la fantasía de la Presidente (huidas, incendios, desolación, amenaza enemiga)
pueden, quizás, ser recuerdos del futuro, alucinaciones provocadas por las
dificultades, las deserciones, los desafíos, los previsibles reveses”. Ese futuro, postergado
por un tiempo, finalmente está ante los ojos de todos: después de una
considerable devaluación en enero (más notable si se considera que el gobierno
había jurado que jamás devaluaría), la brecha cambiaria retornó esta semana a
alrededor del 80 por ciento, mientras el dólar blue tocaba los 15 pesos. La
inflación no decae ni siquiera con ayuda de la creciente retracción productiva.
El empleo privado retrocede. El comercio exterior se desploma: en julio las
exportaciones cayeron 9 por ciento y las importaciones, 16 por ciento. Es otra
señal de aislamiento: en lo que va del año, las exportaciones cayeron un 10 por
ciento, la inversión extranjera cayó el año pasado 11 por ciento. La
Organización Mundial de Comercio (OMC) acaba de dictaminar que, con el cepo a
las importaciones, la Argentina violó reglas internacionales de comercio e
intimó al Gobierno que cumpla con esas normas. Las consecuencias se medirán en
más caída del comercio exterior. Más caída de reservas. En ese marco la
Presidente K y el ministro K deciden sus maniobras contra lo que pintan como un
acoso de buitres “de adentro y de afuera”. A menos de 500 días de las
elecciones, ¿a qué enemigos se pretende dejar tierra arrasada con esta retirada
disfrazada de ofensiva? A todos. Sin embargo, para
describir la situación actual, algunos recuerdan la frase atribuida hace años a
un general golpista del Altiplano: “El país estaba al borde del abismo y
decidimos dar un paso al frente”. Jorge Raventos
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