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Los nuevos fantasmas que no dejan dormir a Cristina Kirchner
Por Fernando Laborda - 2 de Septiembre, 2014, 21:46, Categoría: Opinión
De la mano de una economía
en la cual las suspensiones, los despidos y la caída del consumo son el dato
saliente de las últimas semanas, un nuevo fantasma comienza a sobrevolar la
Casa Rosada: el de los realineamientos internos en el peronismo. La situación económica
ofrece dos aspectos dramáticos en términos políticos, para la dirigencia de un
partido acostumbrado a estar en el poder o, al menos, a recibir los beneficios
de la cercanía al poder. ·
El primer punto es que el temor al desempleo se
está convirtiendo, poco a poco, en una inquietud primordial para buena parte de
los sectores medio-bajos y bajos de la pirámide social, donde paradójicamente
se han concentrado en los últimos años los principales apoyos electorales al
kirchnerismo. La circulación de un alto porcentaje de colectivos semivacíos
durante el paro general de actividades del jueves pasado en el área
metropolitana, dio cuenta de que muchos representantes de esos sectores
sociales, pudiendo ir a sus trabajos optaron por quedarse en su casa, algo que
da cuenta de cierto fastidio con la situación económica y con las políticas del
gobierno nacional. Entre la fidelidad que conduce al confinamiento y el oportunismo que permite permanecer en el poder, los peronistas suelen optar por la última alternativa.
·
El segundo aspecto se relaciona con las serias
dificultades fiscales que atraviesan los gobiernos provinciales
y los municipios, agravadas por la imposibilidad de obtener crédito externo,
tras la crisis de la deuda pública del Estado nacional que derivó en un default parcial. Lo sabe el propio gobernador
bonaerense, Daniel Scioli, quien tenía previsto emitir un bono por 500 millones
de dólares que quedó postergado. Y también, el resto de los gobernadores, ya
que el incremento de las necesidades de financiamiento de las provincias en
conjunto, rondaba para este año unos 45.000 millones de pesos, aproximadamente
el 1,5% del PBI. Se trata de un déficit que sólo podría ser paliado con
emisiones de deuda en el corto plazo. En este contexto, podríamos
estar ante un punto de inflexión dentro del peronismo, a partir del cual no
pocos dirigentes, gobernadores y barones del conurbano comiencen a meditar
sobre la conveniencia de continuar atados al kirchnerismo hasta sus últimas
consecuencias. La posibilidad concreta de que el ex intendente de Lomas de
Zamora Martín Insaurralde pueda pasar a las filas del massismo, es sólo un
indicador de este proceso de reflexión en el que están embarcados algunos
hombres que hasta ahora jugaron en el equipo kirchnerista. Es conocido, después de todo,
que entre la fidelidad que conduce al confinamiento y el oportunismo que
permite permanecer en el poder, los peronistas suelen optar por la última
alternativa. El amplio poder que la
presidente Cristina Kirchner le ha conferido a su ministro de Economía, Axel
Kicillof, ha comenzado a molestar también a muchos dirigentes oficialistas. No
sólo ha sido ungido como uno de los pocos titulares del Palacio de Hacienda con
juego propio en la era kirchnerista -el otro pudo haber sido Roberto Lavagna -,
sino que además concentra la toma de decisiones en lugares estratégicos del
sector público, tales como el área energética, el comercio interior y exterior,
y las sillas que ocupa el Estado en los directorios de empresas con presencia
de la Anses. No menos recelos han
generado en algunos intendentes de la provincia de Buenos Aires, el hecho de
que la administración de algunos planes sociales y de empleo que, a su juicio,
deberían ser manejados por los municipios, estén quedando en mano de militantes
de la agrupación La Cámpora. Una declaración del jefe de
Gabinete Jorge Capitanich en el encuentro del Consejo de las Américas efectuado
la semana última, pasó casi inadvertida, pero encierra un significado no menor.
Dijo el funcionario que "el resultado de 2011 con el 54% de los votos es
irrepetible para cualquier candidato en la primera vuelta" y que
"quien surja como presidente de la Nación a partir del 10 de diciembre de
2015, deberá tener la suficiente amplitud para lograr un gobierno de mayor
coalición política, ya que ninguno va a tener mayoría en el Congreso". Capitanich también insistió
en que el próximo gobierno deberá caracterizarse por la "capacidad de
sumar esfuerzos en el diseño de políticas de Estado", curiosamente algo
que en el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner brilló por su ausencia. Una interpretación de la
descripción del futuro escenario político que hizo el jefe de Gabinete, podría
indicarnos que en los planes del cristinismo no está ganar las próximas
elecciones presidenciales, sino refugiarse en el Congreso como una fuerza
política con una capacidad de negociación relativamente importante, en un
contexto signado por la atomización mientras aguarda el desgaste del sucesor de
Cristina Kirchner. Por Fernando Laborda
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