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Argentina: un país con buena gente
Por Carlos Mira - 4 de Agosto, 2014, 14:40, Categoría: Opinión
No recuerdo a ningún
argentino que reivindique a Leopoldo Fortunato Galtieri. Tampoco a nadie que
abiertamente admita que votó a Menem. O a De la Rúa. Todos los sucesos que
hicieron posible la sustentabilidad temporal de Galtieri, los más de 10 años en
el poder de Menem y el estrellato fulgurante del presidente de la Alianza, sin
embargo, fueron posibles por el apoyo de una mayoría evidente de argentinos. La invasión de las
Malvinas produjo una explosión de nacionalismo que llenó de bote a bote la
Plaza de Mayo durante varios días en aquel comienzo del otoño de 1982. Galtieri
era Gardel. A sus palabras “si quieren venir que vengan: le presentaremos
batalla…” seguían alaridos de apoyo antimperialista. En el año del Mundial de
España, con Maradona sumándose al plantel del Campeón del Mundo vigente (de
1978) aquello parecía la previa de otro campeonato ganado, una fiesta de la
argentinidad. Recuerdo claramente la palabra “majestuoso” haciendo referencia al
presidente militar. Tres meses después, en
todos los bares de la Argentina, los expertos (que por supuesto ya éramos en
estrategia militar) nos encontrábamos condenando al “majestuoso” y a todo el
gobierno que había estado a milímetros de consolidar, quién sabe por cuánto
tiempo más, la dictadura militar.
En 1995, cuando ya
nadie podía ignorar el perfil del gobierno de Menem, cuando ya no había slogans
difusos como “síganme que no los voy a defraudar” sino 6 años y medio de un
gobierno cristalino en cuanto a su rumbo, el presidente que había logrado
reformar la Constitución a favor de su propia reelección ganaba la contienda
electoral con el 52% de los votos. Cuatro años después los varones se tocaban
el testículo izquierdo al nombrarlo y las mujeres las mamas del mismo lado.
Nadie parecía haberlo votado. Había ganado, seguramente, con los votos de un
electorado extranjero especialmente traído al país a los efectos de votar. Los
argentinos nos habíamos convertido en expertos en moral y ética (los
principales achaques al menemismo) y nos preparábamos para elevar al gobierno a
una asociación de partidos de centro izquierda, encabezada por el radicalismo
porque identificábamos allí el nuevo Sol que salvaría a la república de tanta
inmundicia. Dos años después no era
posible encontrar a nadie que confesara su amor por De la Rúa y por la Alianza.
En ese momento todos “sabíamos” que aquello era un “engendro”, una “bolsa de
gatos” que no podía funcionar… “Yo te lo dije: esto no iba a andar…” Ya nadie
recordaba los festejos de octubre de 1999 cuando De la Rúa vencía a Duhalde.
“¿Quién yo…?, ¡si yo siempre dije que De la Rua era un tarado…! Luego vino lo que todos
sabemos: el default de Rodriguez Saá festejado como el gol de Maradona a los
ingleses, también detrás de consignas nacionalistas, todos envueltos en la
bandera y al grito de ¡Ar-gen-tina, Ar-gen-tina..! Ahora, algunas
encuestas dan hasta el 48% de apoyo al modo en que la presidente está manejando
la crisis con los holdouts. Kicillof se ha vuelto la estrella del gobierno,
siendo él el que llevó al país al default al convencer a la presidente de
boicotear el acuerdo con los bancos. Algunos hasta lo consideran un
“sex-symbol”… un “majestuoso”. ¿Qué pasará con estos
argentinos que le dan estos números hoy a la presidente cuando lo actuado lleve
el dólar a las nubes y esto retroalimente la inflación?, ¿que ocurrirá cuando
todos noten el freno al ya escaso crédito que existía en el mercado? ¿Y cuando
algunos empiecen a perder sus empleos?, ¿qué pensarán cuándo vean que no consiguen
los productos que buscan o que el dinero no les alcanza o que Vaca Muerta no
será un nombre pintoresco sino la realidad de un proyecto sin financiación? Un slogan con el que la
presidencia remataba muchos de sus avisos de propaganda decía “Argentina: un
país con buena gente”. ¿Es asi? Más allá de la demagogia omnipresente en todo
lo que el gobierno toca, la frase nos fuerza ese interrogante. Hace unos años
el psicoanalista y sociólogo José Abadi escribía junto a Diego Milleo un libro
con el título exactamente contrario “No somos tan buena gente”. ¿Qué somos?, ¿cómo
somos?, ¿de dónde nos vienen estas actitudes infantiles que podrían unirse bajo
el denominador común de no reconocernos responsables de nada? Todo es culpa de
los demás, “nosotros, ‘buena gente’…” “Yo, argentino…”, hubiera dicho algún
antiguo. ¿Es “buena” la gente que no se hace responsable de nada; que no
reconoce sus errores, sus fallas, sus decisiones equivocadas? Nosotros “sabíamos” que
Galtieri era un borracho, que Menem no tenía ética, que De la Rúa era un
inoperante, que Rodrigez Saá era un irresponsable… Lo “sabíamos”. Solo que en
el momento en que hubiera sido crucial que ese “conocimiento” se manifestara en
acciones diferentes, apoyamos al “borracho”, al “falto de ética”, al “inoperante”
y al “irresponsable”. Tarde. ¿Ocurrirá lo mismo esta
vez? ¿qué diremos dentro de un tiempo de los “fenómenos” Cristina y Kicillof ?
“Yo siempre lo dije: estos nos hundían…” Argentina, un país
con buena gente… Por Carlos Mira
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