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Por Armando Maronese - 30 de Noviembre, 2013, 18:14, Categoría: Corrupción - Violencia
El desvergonzado senador
por Río Negro Miguel Pichetto, dejó boquiabiertos a muchos al afirmar que si
bien se oponía a ciertos artículos del proyecto de ley del nuevo Código Civil y
Comercial impulsado por el gobierno, lo votaba por "obligaciones políticas",
de tal modo recordándonos que los miembros del bloque mayoritario que encabeza,
se han acostumbrado a actuar como meros títeres autómatas que obedecen
debidamente las órdenes que reciben de la presidente Cristina Fernández de
Kirchner, cual ama y señora del territorio feudal que gobierna. De tomarse en serio el
principio reivindicado por Miguel Pucheto, el país podría ahorrarse muchísimo
dinero reemplazando a los legisladores de carne y hueso por versiones digitales
programadas, para cohonestar a libro cerrado todo cuanto les mande la jefe
máxima, ya que no sería necesario que tuvieran opiniones personales, pero
sucede que la presidente tiene buenos motivos para querer conservar el sistema
actual. Es que en realidad no
tienen opiniones personales, por cuanto son nulos absolutos de cerebro, además
de cobardes. Entre otras cosas, Miguel Pichetto le asegura a la presidente el
respaldo de una proporción sustancial de los resueltos a continuar viviendo de
la política que entienden que, para lograrlo, les convendría militar en el
movimiento coyunturalmente más poderoso. Asimismo, aun cuando lo
dicho en los debates parlamentarios no modifique absolutamente nada, puesto que
los participantes saben de antemano cómo votarán y no tienen ninguna intención
de dejarse influir por los argumentos de sus adversarios incluso si los
comparten, es posible que en el futuro el Congreso deje de ser sólo una cáscara
hueca, de suerte que sería mejor mantenerlo funcionando con la esperanza de que
un día se vea ocupado por legisladores auténticos que estén dispuestos a
arriesgarse poniéndose a la altura de sus responsabilidades. La mentira – Miguel Pichetto
comentó que los artículos que más le preocupan tenían que ver con la decisión
oficial de considerar el momento de la concepción como el inicio de la vida. En
realidad sí, se trata de un tema espinoso que ha perturbado a filósofos y
teólogos desde hace más de 2.500 años. El parecer de Aristóteles, además, claro
está, de los de Tomás Aquino y otros doctores de la Iglesia Católica
acerca del asunto, sigue incidiendo en las polémicas que últimamente se han
hecho aún más complicadas merced a la evolución de técnicas de fertilización y
las campañas feministas a favor del aborto. La verdad - Pero la verdad es
otra y muy cruel. El kirchnerismo quiso a toda costa no tener obligaciones
políticas con el pueblo. No quiso tener responsabilidad de Estado por sus
acciones. Por acciones de cualquier tipo, incluida la corrupción, el robo de
los fondos del pueblo, el enriquecimiento ilícito, etc., etc. Lo más peligroso de la
reforma propuesta por el gobierno kirchnerista fue forzar a los legisladores oficialistas,
sin cerebro, a ratificar lo relativo a "obligaciones políticas" que
competían al Estado. Pero esa ratificación o aprobación, tenía que ser de suma
urgencia. Tenía que ser ya, ahora. No mañana. No es que a su juicio se
reflejara la influencia excesiva del clero católico sobre un gobierno supuestamente
progresista si no que, de aprobarla los legisladores el año que viene, no se limitaría
drásticamente o anularía la responsabilidad del Estado por todas sus acciones, al
privilegiar a los funcionarios en desmedro de todos los demás. Según los defensores de
los cambios propuestos y que ya tienen la media sanción del Senado, la ley
debería poner fin a la llamada "industria del juicio", pero sucede
que lo haría a costa de conculcar los derechos de quienes no cumplen funciones
oficiales, lo que, en opinión de la diputada nacional macrista Laura Alonso,
nos retrotraería a la "época del Virreinato". Tal y como están las
cosas, no es del todo sorprendente que un gobierno que ha adquirido la
reputación de ser sumamente corrupto
como ningún otro, haya querido proteger a sus integrantes contra los riesgos
que enfrentarían una vez que dejasen el poder -devueltos al llano-, y de ahí
las alusiones opositoras a su presunta intención de otorgarse a sí mismos una
"auto amnistía" parecida a la ensayada, sin éxito, por los militares
cuando se batían en retirada. Asimismo, el proyecto que
ya tiene media sanción del Senado motiva alarma porque, como han señalado
dirigentes de todas las agrupaciones salvo la kirchnerista, haría de los
vinculados con el Estado una clase privilegiada que disfrutaría de total impunidad,
lo que significa una violación evidente de las normas básicas de la democracia
republicana. Tan fuerte ha sido la
preocupación causada por la iniciativa que, según se informa, miembros de la Corte Suprema
conscientes de que ya no hay posibilidad alguna de que el proyecto sea
consensuado como sería apropiado por ser cuestión de algo de tanta importancia,
han optado por asumir una postura prescindente. Claro, la Corte vendida al oficialismo
encendió la mecha y ahora que quema se baten en retirada. Dadas las
circunstancias, puede entenderse la resistencia de quienes seguirán en sus
puestos cuando el gobierno actual sólo sea un triste recuerdo, a prestarse a
una maniobra que parece destinada a impedir que personajes acusados de delitos
sumamente graves, tengan que rendir cuentas ante la Justicia. Recuerdo que hace unos
años, dos periodistas con pocas pruebas pero contundentes lograron destituir de
su cargo nada menos que al presidente Nixon, de los EE.UU., y en este país con
tantas pruebas fehacientes de coimas, corrupción y demás, no se pueda hacer
nada contra ellos, los corruptos. No me acuerdo bien ¿Hay
en este país democracia republicana? Por Armando Maronese |