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Cristina K y la táctica del terror
Por Joaquín Morales Solá - 27 de Agosto, 2013, 1:53, Categoría: Opinión
Con los habituales reflejos
tardíos para las malas noticias, el Gobierno se notificó en la última semana de
que no tiene más vida que los dos años por venir. Fue un reconocimiento
incómodo, que llevó a la
Presidente a la cumbre de la furia. Lo supo: ni ella ni
ningún delfín consentido tienen futuro. Cristina K buscó a los culpables. Los
empresarios. Los medios periodísticos independientes. Una sociedad equivocada.
¿Y Scioli? Scioli es el que pregonó la noticia entre propios y extraños. Hay que ayudar al Gobierno a que
llegue lo mejor posible, dijo, y mostró al rey desnudo. Sin embargo, ese
reconocimiento de la finitud no significa que la Presidente haya
aceptado que sólo la aguarda la melancolía de toda despedida. Eliminada la amenaza de la
re-reelección, que careció siempre de solvencia política e institucional, la
pregunta actual del cristinismo es cómo conservará el poder hasta el último
día. No existe un último día con la plenitud del poder. El sistema de
equilibrios de la política elimina esa posibilidad. Podría buscar la
comprensión y el apoyo de sectores políticos ajenos, pero el cristinismo es
alérgico al consenso. El único camino que han encontrado hasta ahora es el
camino de siempre. Gobernar con el terror. Las lapiceras de la administración
todavía funcionan. La AFIP
tiene intactas sus arbitrarias facultades. Guillermo Moreno convoca, grita,
insulta, abre y cierra la
Aduana del país. Cristina Kirchner no quiere saber
nada con los partidos políticos ni con sus candidatos. Es su regreso a la era
predemocrática. Se explica: ¿Cómo presionarlos o cómo extorsionarlos a los que
ya le han ganado? Prefirió llamar a una parte de los empresarios, extrañamente
a los que más cerca de ella estuvieron siempre. Y a los pocos sindicatos amigos
que le quedan. A algunos los trató con una dosis de simpatía difícil de creer,
sobre todo porque los convocó como adversarios electorales y no como
representantes sectoriales. Ellos fueron los que construyeron la derrota del
cristinismo. Ellos son los patrones de los candidatos triunfantes. No es una
inferencia. Ella lo dijo públicamente. Ahora bien, ¿Por qué los llevó a
Santa Cruz cuando la sede de ella y la de los empresarios está en la Capital? La maniobra fue
especialmente cruel con el empresario Eduardo Eurnekian, que debió asistir a su
propia derrota como aspirante a la polémica construcción de dos represas
hidroeléctricas. Esa obra fue a parar a manos de Electroingeniería, una empresa
que creció a la sombra del kirchnerismo. Ocupa ahora el lugar de Lázaro Báez,
demasiado expuesto como representante de la rica burguesía cristinista. La Presidente aludió
también a Eurnekian cuando contó que un empresario le había asegurado que él
ganaría esa licitación. Eurnekian está pagando por haber sido el anfitrión en
el debut de Sergio Massa ante el empresariado. Pero ¿Por qué en Santa Cruz? Fue
la escena de los que van a ser torturados y los obligan antes a oír los gritos
de los que ya están siendo torturados, contó un empresario que estuvo en la Patagonia. ¿Los gritos
eran de ellos para que se enteraran los empresarios que no estuvieron? ¿O eran
ellos los que oían los gritos de otras torturas? Silencio. No lo aclaró. La Presidente escuchó. Es
cierto, aunque inmediatamente después explicó, en cada caso, cómo son las
verdades definitivas de este mundo. Es decir, se fue como llegó. Y llegó con una obsesión: hablar
mal de Massa, sin nombrarlo. Uno de los candidatos, repitió varias veces, para
empezar a refutarlo con una bronca infinita. Siempre era Massa. Tiene
protección mediática, abundó. ¿Un ejemplo? Lo dio. La caja de seguridad que el
prefecto se llevó de su casa estaba llena de plata. Nadie dice nada, y a mí me
investigan bóvedas y cajas de seguridad, dijo, amargada. Sus interlocutores se
sacaron cualquier duda, si es que tenían alguna. El prefecto en actividad
Alcides Díaz Gorgonio robó en la casa de Massa por una orden precisa de sus
jefes políticos o profesionales. La estrategia del terror había
precedido la reunión. Horas antes, una decisión del gobierno había puesto a la
empresa chilena LAN con un pie fuera de la frontera, lo que podría dejar sin
trabajo a centenares de argentinos. Fue también una demostración de fuerza:
todavía el cristinismo puede hacer inviable una empresa. El propio Eurnekian
había sido notificado que se quedaría sin uno de los dos únicos aeropuertos
rentables del país, el aeroparque porteño. El otro es Ezeiza. La instalación de
LAN en la Argentina
fue una construcción tenaz del ex presidente socialista de Chile Ricardo Lagos.
Insistió ante Néstor Kirchner hasta que éste entendió que era también una
manera de compensar la decadencia de Aerolíneas Argentinas, entonces en manos
de capitales españoles. Cristina K está irremediablemente equivocada si cree
que la agresión a LAN enfurece sólo a la derecha chilena. El caso LAN tensa la relación con
Chile, sobre todo, pero también con Brasil. LAN se ha fusionado con la
brasileña TAM y cada una comparte acciones de la otra. La caída bursátil de LAN,
después de la decisión del gobierno argentino, significó también una caída de
las acciones de TAM. Brasil, Chile y Uruguay han tenido siempre la prioridad
entre las relaciones estratégicas de la Argentina. Las tres
relaciones están deterioradas. El mensaje al mundo no puede ser peor. ¿Cómo
confiar en un país que maltrata a sus vecinos más importantes? El último golpe a LAN es sólo el
último. El proceso de agresión a esa compañía empezó hace mucho tiempo. Muy
pocos aviones de LAN tienen mangas en los aeropuertos. Muchas veces los hacen
esperar hasta para acercarles una escalera. Bajo el sol, bajo la lluvia o bajo
el frío. Los vuelos se demoran. El objetivo es seguir subsidiando a Aerolíneas
Argentinas, que se quedaría sin competencia. Los subsidios indirectos serían
pagados de ahora en más por los pasajeros. Sin competencia, Aerolíneas
Argentinas podrá subir precios y bajar la calidad del servicio. Ya se lleva, de
todos modos, unos dos millones de dólares diarios de subsidios directos del
Estado. Los jóvenes de La
Cámpora podrán mostrar, si al final LAN se fuera del país,
formidables estadísticas sobre facturación y cantidad de pasajeros
transportados. Son los gráficos que le gustan a la Presidente El
Gobierno que más habló contra los monopolios está creando un monumental
monopolio aerocomercial. Ninguna de estas cosas figuró en
el reclamo empresario en Río Gallegos. Callaron sobre LAN, sobre la inflación,
sobre el cepo a las importaciones y sobre las prohibiciones en el mercado
cambiario. Prefirieron hablarle a Cristina Fernández de Kirchner sobre el
seguro ambiental, que es una manera de llenar el tiempo y no decir nada.
Tampoco es cierto que no estuvo Moreno. El secretario de Comercio metió a
último momento en la reunión a tres supuestos dirigentes empresarios, que sólo
recitan el parlamento que les dicta Moreno. El espíritu de Moreno estuvo en esa
reunión. Hay que ayudar a un descenso suave. La violencia está a la vuelta de
la esquina, explicó un dirigente empresario. Ellos también saben que Cristina K
se va, pero le temen a un decurso dramático de los próximos dos años. El terror
cumple su rol, seguro y preciso. Nada cambiará. La Presidente no quiere,
pero además no puede. La posibilidad de un cambio copernicano de la política
económica la abisma. Ningún retoque podría, entonces, prescindir de Moreno, que
actúa de hombre fuerte entre tanta debilidad política. Sólo a Cristina K y a
Moreno se les puede ocurrir que los empresarios compensarán una política más
humana sobre el impuesto al trabajo. ¿Los empresarios pondrán de su bolsillo lo
que le falta al Gobierno para enfrentar una elección perdida de antemano? Los
empresarios son aplaudidores, pero no tontos. Descenso suave, sin violencia.
Eso proponen los empresarios. Scioli reclama lo mismo con otras palabras. Esas
voluntades buenas chocan de frente con el nuevo relato de Cristina Fernández. La Argentina está mejor que
Australia y Canadá, aseguró, sin rubor. Axel Kicillof le había acercado una
estadística sesgada y parcial. Su ministro de Industria, Débora Giorgi, siguió
con las comparaciones. La
Argentina está mejor que los Estados Unidos y Europa, se
pavoneó. Los límites no existen cuando la competencia consiste en quién alcanza
primero el apogeo del ridículo. Por Joaquín Morales Solá |