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El fantasma del final del ciclo kirchnerista
Por Fernando Laborde - 19 de Julio, 2013, 20:43, Categoría: Opinión
Si hay algo que molesta
profundamente a Cristina Kirchner es que se hable del final del ciclo. Sin
embargo, algunas de sus últimas decisiones son, incluso más que las encuestas,
un concluyente indicador de un gobierno que parece estar preparándose para
enfrentar ese fantasma. Sólo hay para los sectores más
ideologizados del cristinismo, una sensación que iguala por lo desagradable a
la anterior: la de verse corridos por izquierda. En parte, por las críticas que
ha sufrido el Gobierno ante las concesiones que debió hacer en su política
petrolera. También por la designación del
general César Milani como jefe del Ejército, que despertó cuestionamientos de
la oposición y hasta de no pocas organizaciones de derechos humanos que piden
revisar su promoción. La desesperación por manejar el
Poder Judicial, combinada con la convocatoria al blanqueo de moneda extranjera,
y las derivaciones de la orden de captura del ex secretario de Transporte Ricardo
Jaime como telón de fondo, constituyen indicadores de un gobierno preocupado
por garantizarles impunidad a propios y amigos. Al mismo tiempo, la reciente
reglamentación de la ley de publicidad de las declaraciones patrimoniales de
los funcionarios públicos roza el escándalo y provocará que, en adelante, la
ciudadanía acceda a menos información sobre los bienes de gobernantes y de
candidatos. La exposición de la Presidente al frente de
una batalla cultural contra el dólar, hace recordar el final del ciclo
alfonsinista, con el ministro de Economía Juan Carlos Pugliese quejándose de
que les hablaba con el corazón a empresarios que le contestaban con el
bolsillo. La última ocurrencia de Guillermo
Moreno fue exigirles a los agentes de bolsa que bajen el valor de referencia
del dólar, que surge de operaciones con acciones y bonos en el mercado local y
en Nueva York. Como si pudieran fijarse a los
gritos los precios en un mercado regulado por la oferta y la demanda, que
además trasciende nuestras fronteras. Una absurda pretensión que, como en todo
final de ciclo, se registra cuando se quiere gobernar con los leales antes que
con los que saben. Por Fernando Laborda
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