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La segunda presidente más corrupta del mundo
Por Mara Allende - 24 de Junio, 2013, 21:16, Categoría: Corrupción - Violencia
Durante la era kirchnerista, la Argentina siguió descendiendo en los rankings internacionales de percepción de la corrupción que elabora Transparencia Internacional, una ONG con sede en Berlín. Ahora otra ONG –"100 reporters", que investiga la corrupción en todo el mundo-, puso a nuestra presidente en su “kleptowatch list” (esto es, en su observatorio de cleptócratas), junto a los presidentes de Nicaragua, Daniel Ortega; Guinea Ecuatorial, Teorodo Obiang; Zimbawe, Robert Mugabe; Nigeria, Goodluck Jonathan, y Kazakstán, Nursultan Nazarbayeb.
El sitio de 100 reporters coloca en segundo lugar en su lista de mandatarios más corruptos a la presidente argentina, Cristina Fernández de Kirchner, justo debajo del sandinista nicaragüense, Daniel Ortega. En su descripción de la presidente argentina, la ONG pone: "Incluso
antes ser elegida presidente de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner carga
con la niebla de la corrupción. En el caso más famoso, un emisario de Hugo
Chávez, presidente de Venezuela, fue descubierto en el aeropuerto de Buenos
Aires con un maletín lleno de u$s 800.000 en efectivo, destinado, según le
contó más tarde al FBI, para apoyar la candidatura presidencial de Cristina
Fernández de Kirchner. Cristina K negó la acusación. En Argentina, muchos
cuestionan la enorme fortuna acumulada por Cristina de Kirchner y su esposo
Néstor desde que asumió el cargo público. Su declaración
de patrimonio personal asciende a u$s 13.800.000, frente a los u$s 500.000 que
ostentaban cuando la pareja entró por primera vez a la política nacional.
Kirchner cita ingresos de bienes raíces y hoteles, que la pareja había comprado
para explicar el porcentaje de rendimiento en la cartera de inversión.
Observadores de corrupción se quejan de que su gobierno ha neutralizado toda supervisión,
dando mensajes de auditoría a compinches comprometidos por conflictos de
intereses. El resultado: los casos de corrupción tienen un promedio de 14 años
para pasar a través del sistema, según el Centro sin fines de lucro para el
Estudio y la Prevención
de los Delitos Económicos, y sólo 15 de 750 casos han dado lugar a
condenas". Macro corrupción - El panorama presentado por 100 reporters, coincide con
la percepción actual de la sociedad de que la corrupción es sistémica en el
gobierno de Cristina de Kirchner. A casi diez
años de gestión kirchnerista, la acumulación de indicios y evidencias de
corrupción es tan abrumadora como la escasa disposición de la Justicia a investigarla y
la férrea determinación oficial a negar, ocultar e intentar evadir las
consecuencias de un accionar que ya alcanzó dimensiones macroeconómicas. La
sola enumeración de escándalos de corrupción es espantosa. Desde las
dádivas que recibió, los lujos inexplicables que se dio y los multimillonarios
subsidios que manejó durante cinco años el ex secretario de Transporte, Ricardo
Jaime, hasta la bolsa de dinero en el baño ministerial de Felisa Miceli. Todo
mientras la infraestructura del transporte se deterioraba hasta la decadencia,
como mostró trágicamente la masacre ferroviaria de Once. Desde la
valija cargada de dólares del valijero venezolano Guido Antonini Wilson, hasta
los negociados en el comercio bilateral con Venezuela que denunció el ex
embajador Eduardo Sadous. Desde la
transformación de un organismo de Derechos Humanos (la Asociación Madres
de Plaza de Mayo) en una constructora mediante la cual una Fundación de
objetivos loables (la
Misión Sueños Compartidos, para la construcción de viviendas
sociales) recibió fondos por 765 millones de pesos y créditos presupuestarios
por más de 1.200 millones, que nadie controló y de los que nadie se hace
responsable, hasta los aportes financieros a la campaña presidencial 2007 de
Cristina Fernández de Kirchner de droguerías investigadas por vender
medicamentos truchos. Desde la
venta del 25% de YPF promovida por Néstor Kirchner y realizada por Repsol a la
familia Eskenazi -dueña de los bancos de Santa Cruz, Santa Fe y Entre Ríos, en
todos los casos por operaciones hechas al calor del kirchnerismo-, a través de
una compañía radicada ¡¡¡en Australia!!! y mediante un contrato que permitió
entre 2008 y 2011 distribuir 142% de las utilidades de la compañía, hasta el
Boudougate, en el que el vicepresidente de la Nación fogoneó el “rescate” de Ciccone, la
empresa que imprime la moneda argentina, por parte de un inverosímil
monotributista, y cuando el negociado salió a la luz, el gobierno resolvió
igual que en el caso YPF, reestatizar la compañía y “recuperar” soberanía. El gran vehículo - Ninguno de los ejemplos anteriores alcanza, sin embargo, la
dimensión del gran vehículo de corrupción del último decenio: los sobreprecios
en la Obra Pública. De un lado,
la del valor presupuestario de la obra pública a precios constantes (esto es,
despejada la inflación), que elabora la Dirección Nacional
de Inversión Pública del Ministerio de Planificación Federal, que encabeza
Julio de Vido. Y del otro, la de la obra pública medida en términos físicos.
Esto es, una suerte de síntesis de cuántos puentes y kilómetros de rutas se
construyeron, cuántos de tendido eléctrico, de gasoductos, etc., que surge de
promediar dos rubros del Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (Isac)
que publica el Indec: Obras Viales y Obras de Infraestructura. Evolución comparativa - Para comparar la evolución de ambas variables, se tomó como punto de
partida , o “base”, el año 1993. El gráfico resultante muestra que hasta 2004
ambos indicadores fueron más o menos en sintonía. Ambos reflejan, por ejemplo,
la recesión del fin de la convertibilidad. A partir de 2003 ambos índices van
para arriba. Es lógico, diría el relato: se hizo mucha obra pública. Pero
mientras ésta se duplica en términos físicos, en términos presupuestarios
(excluida la inflación) se cuadruplica. La inmensa brecha que se abre entre
ambas curvas resulta que, en promedio, en los últimos diez años el costo medio
de la obra pública por unidad física se duplicó. No hay que
ser muy perspicaz para intuir que la principal razón de esa brecha son los
sobreprecios. Un fenómeno sobre el que hubo muchas denuncias e indicios (caso
Skanska, construcción de cárceles, reparaciones ferroviarias, tendido
eléctrico, planes de vivienda), pero que sólo el impacto de un programa de TV al mostrar la desfachatez de un
Leonardo Fariña o el enriquecimiento de un Lázaro Báez, convirtió en tema
diario de conversación. Que ese canal de corrupción se refleje en las variables
“macro” es inédito. Ni el menemismo lo había logrado. Son sumas de dinero
asombrosas. En 2012, por caso, la inversión pública en la Argentina fue del 4,5%
del PBI, unos 90.000 millones de pesos. Cualquier porcentaje de “mordida” son
miles y miles de millones. Malas noticias, peores compañías - Los sobreprecios en la obra pública son tan groseros que ya se
reflejan en las variables macroeconómicas. En dosis homeopáticas, la corrupción
también se refleja en noticias que llegan de afuera. Al reciente reconocimiento
de Ralph Lauren (y al previo de Siemens) de pago de coimas en la Argentina y a las
sospechas en investigaciones sobre prácticas corruptas en que habría incurrido
Embraer (que en 2010 vendió 20 aviones a Aerolíneas), deben sumarse casos como
el de Ball Corporation, que en 2011 pagó 300.000 dólares de multa tras
reconocer ante la justicia de EE.UU. que entre 2006 y 2007, a través de su
subsidiaria Fornametal, pagó coimas en decenas de ocasiones en la Argentina. O como el
de Helmeridge & Payne, que en 2009 pagó 440.000 dólares de multa en castigo
por sobornos que entre 2003 y 2008 pagó a la aduana argentina para ingresar
equipos de perforación petrolera. Son casos en
los que las coimas fueron reconocidas en sede judicial, pero ni la justicia vendida
y corrupta, ni el ejecutivo de la
Argentina se dieron por enterados. Por Mara Allende |