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Fascismo, estalinismo, kirchnerismo
Por Armando Maronese - 11 de Mayo, 2013, 2:19, Categoría: Los Kirchner .Tiranías fascistas.
La discusión acerca del
carácter “fascista” o “estalinista” del régimen kirchnerista, ha alcanzado
dimensiones tan extensas como las miles de páginas de la historiografía
argentina ocupadas en caracterizar al gobierno de Juan Domingo Perón. La mecánica suele hoy
comenzar por algún tipo de acción autoritaria del Gobierno, a la que sigue la
denuncia de su carácter fascista o estalinista por algún periodista o miembro
de la oposición, y finaliza con una catarata de declaraciones oficialistas
sobre la enormidad del exabrupto, con explícita mención del Holocausto y la Segunda Guerra
Mundial. Paradójicamente, estas
desmentidas no hacen más que poner en evidencia la existencia de un enorme
aparato de propaganda gubernamental, cuyas dimensiones y aspiración al control
total de la información nos recuerdan las que un día manejaron fascistas y estalinistas. Ahora bien: igualar las acciones criminales de nazis y
estalinistas con las domésticas barrabasadas del kirchnerismo es, sin dudas,
una desmesura. Pero quienes acusamos a Cristina Kirchner y su gobierno de
fascistas y estalinistas, no sostenemos que el kirchnerismo haya matado
millones de judíos y opositores, o declarado una guerra mundial. Por el contrario,
decimos que es vergonzoso que un gobierno de origen democrático, reivindique
valores y repita prácticas similares a las de quienes sí lo hicieron. A contramano de la
horripilante muletilla del “No podés comparar a X con Y
porque son muy diferentes” comparar no es igualar sino buscar nexos
entre actores y actos diversos, digamos: como cuando Newton enunció la ley de
gravedad observado la luna (que era grande y no caía) y una manzana (que era
pequeña y caía). “Qué burro ese Newton”,
diría hoy un militante K siguiendo la más extendida plaga del pensamiento
nac&pop (Red nacional y popular de noticias), y agregaría: “La luna y una manzana, no me podés comparar”… Existe, además, una pregunta
pertinente: ¿Desde cuándo fue fascista
el fascismo, nazi el nazismo, y estalinista el estalinismo? Porque si el
carácter guerrero y genocida es necesario para definirlos, entonces el nazismo
sólo fue nazi a partir de finales de los 30, con la Noche de los cristales
rotos, el estalinismo sólo fue estalinista con las grandes purgas, y el
fascismo con la entrada de Italia en guerra. De lo que se concluye que los
opositores al nazismo, el fascismo y el estalinismo de entonces, tendrían que
haberse abstenido de denunciarlos como tales durante los 20 y los 30, cuando
todavía era posible contrastar su poder, y deberían haber esperado hasta que
fuera demasiado tarde. Quienes esto exigen, ¿Lo dicen en serio? Es cierto: no hay presunción
ninguna de que el gobierno argentino pretenda reeditar un genocidio o meter al
país en una guerra. Sin embargo, existe sí una larga evidencia de que prepara
el paso previo que los regímenes totalitarios aplicaron siempre: la destrucción
de la república democrática, como lo estamos viendo. Basta observar la erosión
sistemática de los poderes del Congreso, la destrucción de la independencia de la Justicia, la persecución
de la prensa independiente, la descalificación de la oposición y el insulto a
los ciudadanos que se rebelan. Basta escuchar a
funcionarios K proponiendo el fin de la alternancia en el poder, limitando y
controlando el derecho a abandonar el país, transformando la AFIP en una agencia de
disciplinamiento K, preparando la clausura de la prensa independiente,
intentando ocupar todos los espacios disponibles con una propaganda gubernamental
goebbeliana basada en la mentira, amenazando a los empresarios díscolos con la
confiscación, desgastando las relaciones con los países democráticos y
reforzándolas con autócratas y terroristas, etc., para entender lo que se
cocina hoy en la gran olla kirchnerista cristinista. ¿Hay que esperar que lleven a cabo este plan para denunciar su carácter
totalitario, es decir: fascista y estalinista? ¿Y no lo están haciendo ya?
¿No avanza, y rápidamente, cuando en una semana pasa lo que pasa y que todos
vemos? ¿Qué tiene que suceder para
que podamos denunciar el fascismo de estos actos? ¿A quiénes protege y qué
políticas habilita la notable estupidez de enunciar la obviedad que el
kirchnerismo no es igual al estalinismo? Por otra parte: ¿Quién puede
hacer predicciones sobre la dinámica de la política argentina? Arroje la
primera piedra el que anticipó que esos jóvenes católicos “de buena familia” se iban a transformar en los Montoneros,
el que previó que el ejército lanussiano terminaría por cometer un genocidio,
el que vio venir al menemismo convertible en las épocas del Menem patilludo, el
que dos años antes profetizó el estallido de fines de 2001 o el que comprendió
lo que se traía esa parejita que había gobernado Santa Cruz en los '90. ¿Por qué estar tan seguros entonces de que
una vez destruida la república democrática este gobierno y sus aliados o
continuadores se darán por satisfechos? De manera que aunque sea
erróneo igualar al kirchnerismo con el fascismo y el estalinismo, eso no
proscribe calificar de fascistas y estalinistas a sus actos y sus funcionarios. Como publiqué en una ocasión
ante la burla de muchos que confiaban en las promesas de “calidad institucional” de Cristina Fernández K., y hoy se
escandalizan por lo que sucede, el régimen kirchnerista es una forma de
estalinismo-débil, es decir: un régimen –y no una dictadura, pero tampoco un
Gobierno- que sin llevar a sus extremos las prácticas estalinistas coincide con
casi todos sus principios: liderazgo carismático, discurso anticapitalista,
populismo demagógico, culto a la personalidad, legitimación del partido único,
estatizaciones masivas, ataque a las libertades civiles en nombre de la
igualdad, destrucción de las empresas independientes en nombre de la
democracia, nacionalismo paranoico, alianzas internacionales oportunistas,
industrialización forzada basada en la exacción de las actividades
agropecuarias, descalificación de los adversarios políticos, persecución de la
prensa crítica, uso de los órganos parlamentarios en el modo de la unanimidad,
marxismo mal digerido y craso positivismo disfrazado de hegelianismo. Aún más alarman algunas
observaciones sobre el fascismo de la prestigiosa Enciclopedia Treccani, la más
“progre” de Italia: “Algunos principios culturales y políticos que contribuyeron a la
formación del fascismo, existían en vísperas de la I Guerra Mundial en
movimientos radicales de izquierda y derecha (nacionalismo, sindicalismo
revolucionario, futurismo): el sentido trágico de la vida; el mito de la
voluntad de poder; la aversión al humanitarismo; el desprecio del
parlamentarismo; la exaltación de las minorías activas; la concepción de la
política como tarea para organizar la conciencia de las masas; el culto de la
juventud como aristocracia gobernante; la apología de la violencia y la acción
directa; la visión de la modernidad como conflicto de fuerzas colectivas
organizadas en clases o naciones; la expectativa de un hito histórico inminente
que marcaría el final de la sociedad burguesa liberal y el comienzo de una nueva
era”. ¿No es éste acaso el manual
que aplican los funcionarios del Gobierno y en el que se educan los chicos de La Cámpora? Por Armando Maronese
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