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Ganadores y perdedores
Por Fernando Gutiérrez - 21 de Enero, 2013, 16:30, Categoría: Opinión
La negociación por salarios 2013 dejará ganadores y
perdedores: unos seguirán a la inflación, otros a la suba del dólar. En un año marcado por una economía fría
y una política caliente, las paritarias prometen altos niveles de
conflictividad. Mientras el Gobierno se muestra preocupado por los excesos, se
agudizan las diferencias entre los sectores con fuerza negociadora y los que
pagarán el ajuste. Por encima de la peleas entre vedettes
marplatenses, más allá de polémicas futboleras de pre-temporada -superando
incluso los comentarios sobre el cambio climático que trae frío y lluvia a la
costa-, hay un tema que se está
instalando como la discusión de mayor intensidad en el verano: las negociaciones salariales. Tras la primera advertencia venida de la paritaria "pionera" de los bancarios -donde se sigue lejos
de un acuerdo y ya hubo paros-,
el gobernador bonaerense, Daniel Scioli, puso las barbas en remojo y ya comenzó
a negociar con los docentes, un hecho que habitualmente
se da en febrero. Las conversaciones ya empezaron con pronóstico de "difícil" por
parte de Roberto Baradell, el dirigente sindical de los maestros, quien ya
adelantó que su pretensión
estará por encima del 20% que
apunta a otorgar el Gobierno y que, además, pedirá una retroactividad al 1° de
enero. La paritaria docente es seguida con atención por todos los sectores,
dado que es considerada la negociación
"testigo" (por ejercer el Estado en este caso el rol
de empleador), y se constituye en un indicador clave para las distintas
actividades privadas. Algunos líderes gremiales la ven como un
"piso" o como una referencia sobre qué porcentaje de aumentos el Gobierno cree factible, tanto a nivel público como privado. El arranque del año no es auspicioso para un Ejecutivo que se ha fijado como objetivo la
"moderación": incluso los sindicalistas
amigos de la "CGT Balcarce" han avisado que ignorarán la inflación oficial medida
por el INDEC y que cuentan con sus propias estimaciones, que establecen una
cifra de 25% como aspiración de mínima. Este es el tono que caracteriza al
panorama veraniego. Pero los analistas prevén que, lejos de quedar en una
polémica estival, la discusión salarial
será un tema dominante en la
agenda a lo largo de todo el año. El motivo es sencillo: el modelo económico ingresó en una fase en la cual se comienza a perder salario, y allí se produce el
tironeo que, en la jerga de los economistas, es conocido como "puja redistributiva". Una puja que, por otra parte, tiene una
intensidad directamente proporcional
a la inflación. Es un punto importante, porque los
pronósticos de los analistas están apuntando mayoritariamente a que el porcentaje de aumentos de precios,
será mayor en este nuevo año, más cerca
del 30% que del 25%. "El 2012 podría ser recordado como
el año en el cual la inflación
comenzó a afectar negativamente
al consumo privado", señala
un informe de Economía & Regiones, la consultora dirigida por Rogelio
Frigerio. Por otra parte, hace un diagnóstico inquietante: ese deterioro salarial real -con su
correlato de consumo más frío-, no es
apenas el resultado circunstancial
de un año flojo en lo económico, sino
que apunta a ser un cambio estructural
que vino para quedarse. Muchos comparten ese diagnóstico, como el
economista Federico Muñoz, que anticipa un mediocre crecimiento del 2% para el país, en paralelo con una inflación creciente en niveles de 28%. Naturalmente, no prevé
posibilidades de recomposición del poder adquisitivo de la población ante
semejante contexto. "El
futurollegó, finalmente -afirma
Muñoz-; demasiados años de mala praxis
en materia de gestión económica ya empezaron a pasar factura. El 2012 seguramente pasará a la historia como el principio del fin de la larga fase de
bonanza que nos deparó la economía kirchnerista". El empleo pone un
"techo" - En este marco
pesimista, otro ingrediente que los expertos consideran clave en las
negociaciones salariales es el deterioro
en el empleo. Para María Laura Cali, directora de la
consultora SEL, ésta constituirá la gran diferencia respecto de las paritarias
anteriores: "Hace un año, el porcentaje de empresas que afirmaban que iban a agrandar su nómina de empleados era de un 30%, mientras que hoy no llega al 15%. Este hecho va a
condicionar mucho las negociaciones, porque le ponen un techo a las compañías
en cuanto a sus posibilidades de
otorgar mejoras". En la misma línea, Economía & Regiones advierte que se está agotando el factor que en los últimos años impidió una crisis de desempleo: la acelerada creación de puestos de trabajo en el sector estatal. Y aporta números inquietantes: · En las provincias, la nómina de empleados públicos se incrementó 38%, lo que implica que por cada 1.000 habitantes pasó de 36 a 47 en la era kirchnerista. · A nivel nacional, tras la reestatización de empresas de servicios públicos, la suba del empleo estatal fue mayor aun, en torno del 41%. · La masa del gasto salarial representa más del 50% de los presupuestos para los gobiernos provinciales. De esta manera, en 2013 la capacidad para generar nuevos puestos de trabajo se verá muy comprometida y probablemente el total de desocupados suba
marginalmente. "Un alza de la tasa de desempleo,
por más pequeña que sea, es suficiente para impedir que el salario le gane la carrera a la inflación", señala la
consultora de Frigerio. Los mensajes del Gobierno parecen confirmar este pronóstico. De hecho,
en sus declaraciones, Cristina Kirchner -siempre que alude a la cuestión
salarial- apunta a que los dirigentes
sindicales no deben negociar
sólo pensando en el porcentaje
de aumento sino en la preservación del
empleo. A juzgar por las encuestas de opinión
pública, hace bien la
Presidente en prestarle atención a este tema: el porcentaje
de argentinos que afirma que es difícil encontrar trabajo viene en
aumento: estuvo encima del 40%
en 2012, bien lejos del 26% registrado en octubre de 2011, cuando fuera
reelecta. La fórmula contra el
"exceso" - Es así como,
después de haber basado su modelo económico en el fomento al consumo, la Presidente ya no disimula su nerviosismo ante los
"excesos" y recomienda
"prudencia" en la negociación salarial. Además de un posible rebrote del desempleo, Cristina Fernández tiene tres motivos de preocupación vinculados con el salario: · La situación fiscal, dado que para el creciente número de empleados públicos los salarios salen del bolsillo del Estado. · La pérdida de competitividad de las empresas, que vieron reducir sistemáticamente sus márgenes de ganancia. · El riesgo de que se ingrese en la temida "espiral inflacionaria" (Rodrigazo) que el país viviera en décadas pasadas, en las que la indexación salarial lleva a una disparada de precios, sobre todo, cuando se está acelerando la tasa de devaluación. Es en este marco en el que el Gobierno ideó su plan para que los salarios, el dólar y la inflación
comiencen a converger en torno al 20%. Los analistas se muestran escépticos
sobre el éxito del Ejecutivo con esta
iniciativa. Sobre todo por dos
factores extra que habrá este año: 1. La división interna del sindicalismo, que suele desatar una competencia por ver quién logra los mayores niveles de aumento. 2. Las elecciones legislativas, que ponen a prueba la voluntad del propio Gobierno por imponer la "moderación". "La ruptura de los líderes
gremiales va a provocar demandas de las distintas facciones por competencia entre ellos",
advirtió el experto Ernesto Kritz, en referencia a la división entre la CGT opositora de Hugo Moyano y
la CGT cercana al
Gobierno de Antonio Caló. De momento, los sindicalistas parecen
darle la razón: tras la marcha organizada por el opositor Hugo Moyano a fin de
año, ahora son los propios aliados
del Gobierno los que ponen el
dedo en la llaga al establecer un "piso"
de 25% en la negociación. Situaciones divergentes - Pero lo que los analistas ven como tónica de este año, es una profundización de las diferencias salariales entre las
distintas ramas de actividad,
algo que hará cada vez más difícil hablar de promedios. Por lo pronto, se prevé que los privados y los estatales tendrán evoluciones
bien diferentes. Para Miguel Bein, uno de los economistas
más escuchados por los empresarios, es claro que los sueldos del sector público
(que se llevan una buena porción del gasto estatal), estarán más alineados con la evolución del dólar que con la inflación. "Es probable que se busque una variación cercana al 20%. Lo que es
seguro es que durante 2013 vamos a ver una correspondencia mayor entre lo que se pauta en las paritarias y la devaluación. Ambas
variables van a ser bastante parecidas,
por lo menos en lo que respecta a los salarios
del sector público, lo
cual me parece bien", afirma Bein. No ocurrirá lo
mismo
con el sector privado, sobre
todo en aquellas ramas de actividad con fuerte poder de negociación, que buscarán al menos empatarle a la inflación. "Nuestras encuestas indican que las
empresas ya tienen asumido un incremento
del 25% como mínimo. Y no
descartaría que si la suba de precios se fuera por encima de las
previsiones, se diera una reapertura
de las negociaciones en el segundo semestre, para buscar así una
actualización", afirma Cali, de la consultora SEL. La previsión de los analistas, es que el
sector sindicalizado bautizado
por los economistas como la "nueva
clase media obrera" -de la cual el gremio transportista es el más
emblemático-, difícilmente pueda
mejorar respecto del personal
jerárquico fuera de convenio, dado que las empresas están preocupadas
por el fenómeno del "solapamiento
salarial". "El nivel de disconformidad del personal fuera de convenio ha ido
en alza, dado que entre quienes no reciben aumentos selectivos el
incremento percibido no sólo está por
debajo en relación al personal con
más categorías, sino que además se ubica por debajo de la
inflación", señala Miguel Terlizzi, director general de HuCap. En consecuencia, se estima que en las empresas grandes ya no se podrá repetir la situación de subordinados con mayores incrementos
que sus jefes y supervisores. En cambio, la "nueva clase media" sí tiene chances de mantener su
nivel relativamente privilegiado
frente a otros segmentos sindicalizados de menor fuerza negociadora. Sin
embargo, ello estará condicionado
a cómo se resuelva el conflictivo tema del Impuesto a las Ganancias. "Si no se
suben los mínimos del impuesto, los sindicatos pedirán aumentos del 30%", pronostica el
consultor Salvador Di Stefano. Su argumento es que, con el actual
"piso" del tributo, se requiere un alza nominal de 30% para lograr un aumento real de bolsillo inferior al 25%. La otra diferencia que este año se podrá
profundizar, es la existente entre los
trabajadores "en blanco" respecto a los de la economía informal, un sector que
representa nada menos que al 35% de
la población activa. "Al carecer de los mecanismos
de protección para indexar sus
ingresos, es el segmento que usualmente sufre más en los períodos donde la economía está más fría,
así como en los momentos de alta
inflación", agrega Cali. Así las cosas, el panorama salarial mostrará diversidad de situaciones, en las que
habrá ganadores y perdedores,
tal como suele ocurrir en las "pujas redistributivas". Y aunque la
discusión recién empieza, los analistas ya tienen bien en claro que se darán dos cosas. La primera, es que la conflictividad estará en alza. Y la segunda, que con un
contexto de inflación creciente, este será un año de pérdida de salario para casi todos los sectores. Por Fernando Gutiérrez |