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Mansa y tranquila
Por Nelson Castro - 20 de Enero, 2013, 21:22, Categoría: Opinión
CFK, de apacible viaje. Tras una semana de furia, la Presidente disfrutó de
una gira que la calmó. Aunque los problemas sigan. Hubo menos furia presidencial en la
semana que pasó. Eso se notó tanto, que hasta una encuesta habló de un freno en
la caída de la imagen de Cristina Fernández de Kirchner por el solo hecho de no
exhibirse a través de la
Cadena Nacional de Radio y Televisión. Apenas si hubo un tuit
desde los Emiratos Árabes, con acusaciones contra el diario La Nación por la información
que publicó sobre la parálisis de la flota de aviones de la Presidencia, a la que
intentó desmentir y que fue confirmada, una vez más, por la realidad. Seguramente, a su vuelta y en sus
habituales “Aló Presidenta”, nos informará de los “grandes éxitos y logros de
este viaje”. Por ahora, lo más trascendente ha sido su foto con los hermanos
Fidel y Raúl Castro, su encuentro con Diego Armando Maradona –oficialista del
gobierno de turno, de quien en el poder parecen haberse olvidado que supo
llamarlo al entonces vicepresidente Julio Cobos para felicitarlo por su voto
“no positivo” a la
Resolución 125–, y la sorpresa por el regalo que le hicieron
los empresarios argentinos de una muñeca que no se le parece en nada. El dato proyectivo más preocupante de la
semana lo dio, con todo, el presidente de la Unión Industrial
Argentina, José Ignacio de Mendiguren. A De Mendiguren de ninguna manera se lo
puede considerar un opositor. Por el contrario, se lo ve a menudo en las
primeras filas de los “Aló Presidenta” como parte del elenco cuasi estable de
los aplaudidores que deben acudir a la Casa Rosada, a participar de actos sobre cuyos
motivos la mayoría de las veces no tiene la más mínima idea y con los que su
área de acción no tiene relación alguna. El titular de la UIA señaló que, si los gremios
lograsen imponer su voluntad en las negociaciones paritarias y, por ende,
alcanzaran aumentos salariales del 25%, el Rodrigazo estaría a la vuelta de la
esquina. Los que recuerdan y saben lo que fue el Rodrigazo se estremecen, y con
razón. Aquello fue un ajuste brutal de la economía del país, cuyos números
reales venían siendo disfrazados y ocultados desde los orígenes de aquel
gobierno que comenzó con Héctor Cámpora, siguió con el general Perón y terminó
con el derrocamiento de su esposa. Hay un dato no menor que ocurrió esta
semana y que seguramente encendió las luces anaranjadas –nada que ver con
Scioli– en los sectores empresariales. Ese dato fue la coincidencia manifestada
por todas las centrales sindicales –incluidas obviamente las afines al
Gobierno– en su reclamo no sólo de ese nivel de reajuste salarial, sino también
de la elevación del mal llamado “mínimo no imponible”, al cual los puristas del
lenguaje exigen se denomine “máximo no imponible”, ya que es el máximo sueldo
que un trabajador puede alcanzar sin estar abarcado por el pago del Impuesto a
las Ganancias. Esto se hace impostergable porque, con
los nuevos aumentos que se acuerden en las negociaciones paritarias, la no
modificación de los valores a partir de los que se tributa esa gabela, hará que
muchos trabajadores experimenten el doloroso proceso de apreciar cómo gran
parte de su mejora va a parar a las arcas de la AFIP. A propósito del
organismo recaudador de impuestos: ¡qué bien parece estar pasándola la familia
de Ricardo Echegaray en Punta del Este! ¿Se les hará tan difícil como se les
está haciendo a otros conciudadanos lograr que la AFIP les reintegre el recargo
del 15% a los gastos con tarjeta de crédito realizados en el exterior? La escapada del dólar blue trae la
imagen de un país del pasado. Hasta aquí teníamos el dólar oficial y el blue,
eufemismo con el que se denomina a la divisa adquirida en el mercado negro que,
a modo de muestra, se ofrece a la vista y a los oídos de todos y "de todas"
a lo largo de la calle Florida, en donde de tanto “arbolito” voceando la venta
de dólares, reales y euros ya se forma a veces un verdadero bosque. A ese dólar
ilegal –al que muchos empleados de la mismísima AFIP sugieren como solución a
los atribulados ciudadanos que con fondos genuinamente acreditados necesitan
comprar dólares para viajar al exterior–, se le ha agregado ahora el dólar
“implícito”. En el frente interno del peronismo las
aguas se agitan cada día un poco más. La última víctima política de la Presidente es el
intendente de San Carlos de Bariloche, Omar Goye, que hasta hoy pertenecía al
Frente para la Victoria,
y quien a partir de hoy seguramente se habrá dado cuenta de la manera en que se
actúa desde la Babel
de Olivos. El intendente ahora suspendido, no era
precisamente un monumento a la virtud. No hacía falta investigar mucho para
enterarse de eso. Con sólo caminar por las calles de la ciudad y hablar con la
gente, bastaba para saberlo. Sin embargo, nada de ello le había importado al
poder central. Goye pasó a ser mala palabra para el kirchnerismo después de los
saqueos. Entonces vino la alusión a su responsabilidad en esos hechos que hizo
Fernández de Kirchner en uno de los últimos “Aló Presidenta” del año pasado, y
todos entendieron que, para el intendente de Bariloche, ello equivalía a una
sentencia que dictaminaba su muerte política. A cualquier otro que hubiese
osado desplazar así a un jefe comunal, el kirchnerismo lo hubiera descalificado
aplicándole el mote de destituyente. Continuando la navegación por las
procelosas aguas del oficialismo, el desvelo mayor que allí se sigue viviendo
lo representa Daniel Scioli. La desesperación va en aumento porque ninguna de
las maniobras y de los ataques que en su contra se lanzan desde la Casa Rosada viene
dando resultado. A esta altura, la Presidente ya sabe que no podrá prescindir de la
figura del gobernador si aspira a lograr una victoria en la provincia de Buenos
Aires en las decisivas elecciones legislativas de octubre venidero. La contrafigura de Alicia Kirchner como
contrincante de Scioli no funciona, y el proyecto de Máximo Kirchner como
candidato a diputado nunca llegó a levantar a más de medio metro del suelo. La Presidente sabe que hoy
no tiene herederos y que si no logra continuar en el poder por, al menos,
cuatro años más, el kirchnersimo será devorado por la línea interna del
peronismo que logre tomar el poder. Es lo que les pasó a Menem y a Duhalde; al
menemismo se lo llevó puesto el duhaldismo; y a este último, el kirchnerismo.
¿Y al kirchnerismo, quién? Por Nelson Castro |