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Líderes máximos anticapitalistas
Por Elena Valero Narváez - 13 de Diciembre, 2012, 23:37, Categoría: Opinión
En algunos países de América Latina han
llegado al poder, vía elecciones, personas con pretensiones autoritarias y
anticapitalistas. En Venezuela y Ecuador se han consolidado y en Argentina se
ensaya el mismo camino. La influencia del modelo cubano es
notoria. La acumulación de poder en Cuba llegó con la Revolución, en 1959, en
cambio en Ecuador, Argentina y Bolivia se fue dando a partir de elecciones
supuestamente democráticas. Las ideas, motor de la historia, son el
motivo fundamental de que personas como Hugo Chávez, Rafael Correa y Cristina Fernández
de Kirchner, se arriesguen a pasar por encima de las leyes en el intento de
crear al "hombre socialista". Lenín, Stalin, Castro, Mao y otros líderes
del mundo, ambicionaron llevar la fantasía del socialismo-marxista a la
realidad. Fue imposible lograr el ideal de vivir en un paraíso comunista:
"De cada quien según su capacidad, a cada quien según sus
necesidades" Se pensaba que el Estado se debilitaría hasta el punto de que
cada uno recibiría una recompensa social de acuerdo a sus necesidades, y cada
uno cooperaría según sus capacidades sin que fuera necesario ningún estimulo. Por el contrario, a esta idílica visión,
Fidel Castro, en 1971, promulgó una ley en contra de los 400.000
"parásitos del país" y estableció penas de seis meses a dos años de
trabajo forzado en "centros de rehabilitación" para quienes fueran
señalados por vagancia, desidia, o ausentismo habitual, en el trabajo o la
escuela. La pretendida e idealizada sociedad
donde el hombre decidiera que iba a hacer hoy y mañana, libremente, fue
transformada en una sociedad militarizada por métodos compulsivos. La colectivización de Stalin y de Mao,
en pos de la industrialización, fue un fracaso demasiado costoso. Rusia, antes
de que los comunistas llegaran al poder, era un país que contaba con capital
extranjero para el desarrollo de sus industrias y miraba el modelo occidental
de desarrollo. La revolución de 1917 la llevó a la adopción del modelo
comunista. El 19 de agosto de 1934, la mayoría de
los alemanes reconocieron a Hitler como jefe de Estado. El nacional-socialismo
se inspiró en sus métodos en la
URSS. La mayoría de los generales le recomendaron no
exponerse al riesgo de una guerra, pero el líder máximo probó sus fuerzas en
España ayudando a los nacionalistas. Envió asesores militares, aviones,
aparatos de reconocimiento, personal de tierra, artillería pesada y antiaérea,
también material de comunicaciones. Demás está recordar la completa destrucción
de Guernica por una escuadrilla de bombarderos alemanes, violando las leyes de
guerra de la Haya
seguidas por las naciones civilizadas. Todos sus envíos fueron pagados en oro.
Probadas las armas en España, desencadenó la Segunda Guerra
Mundial. Como Napoleón, también Hitler
ensangrentó y empobreció a toda Europa.. Fue uno de los "líderes
máximos" de la Historia:
concentró todo el poder en sus manos. Los empresarios fueron sus títeres. En Inglaterra, después de la Segunda Guerra, los
laboristas creyeron en el Estado de Bienestar. Fue nacionalizada una gran parte
de la industria británica, pensaron que el Estado podía invertir mejor que los
empresarios privados. La idea de que el Estado puede
distribuir mejor la riqueza llevó a restarle valor al sector privado no siendo
decisiva la competencia, ese esencial método de cooperación para mejorar la
producción y definir valores. En la Argentina se gobernó con
las mismas ideas durante el gobierno de Perón. Estos regímenes estatistas,
proteccionistas y nacionalistas fueron críticos del capitalismo. Los llamados milagros, alemán, italiano,
japonés, ocurridos después de la Segunda Guerra, fueron consecuencia de la
adopción voluntaria, o impuesta, en el caso de Alemania y Japón, del modelo
capitalista. Sin embargo, no son tenidos en cuenta a la hora de solucionar
crisis mucho menos graves que una guerra. Tampoco el milagro argentino que nos
incluyó entre los países mas avanzados de la Tierra en calidad de progreso, a principios del
Siglo XX, es considerado por el gobierno. Por el contrario, hay una marcada
tendencia a desprestigiar a grandes presidentes como fueron Roca y Sarmiento y,
a encumbrar, en cambio, la dictadura de Rosas. No es difícil, mirando atrás, ver como
la mejor manera posible de prosperar en paz, es mediante el sistema
democrático-capitalista. El sistema que los socialistas consideran explotador
de los pobres es el que ha creado progreso material y espiritual en el mundo.
El capitalismo no funciona bien si no existe un clima de paz, de respeto por
las normas, de libre información y con una sociedad civil fuerte y un Estado
garante de la normatividad. Los líderes máximos que quieren acaparar
todo el poder, llevan a decisiones erróneas y por lo general terminan
militarizando a la sociedad. La necesidad constante de controlar a las
personas, típica de gobiernos autoritarios, resulta muy cara y los resultados
los tenemos a la vista: el fracaso de los regímenes totalitarios y autoritarios
y el de las social-democracias. Si no existiera la creación y
acumulación de riqueza, producto de la producción masiva y la expansión de los
mercados, características del capitalismo, seríamos pobres. Lo son países de
África, Asia o el Caribe, donde no aceptan este sistema y por lo tanto, no hay
respeto por la autonomía de las personas, ni justicia que respalde el estado de
derecho, condición necesaria para su perduración y buen funcionamiento. Muchas
veces, se olvida que la creación de todo tipo, material y espiritual, reposa en
la espontaneidad de las interacciones humanas. El mercado surgió de ellas. Hay un antídoto para evitar dictaduras y
malas decisiones económicas. Es el
fortalecimiento de la sociedad civil. Impide la concentración del poder
gubernamental, que haya empresas grandes y pequeñas, asociaciones de todo tipo,
que no tengan ligazón con el Estado. También, partidos políticos con programas
alternativos al del Gobierno. Pueden, además, mostrar los resbalones de quienes
gobiernan, mediante los medios que la democracia ofrece, como es, por ejemplo,
la prensa libre. Esto hace que el gobierno esté acotado y cumpla con su papel
de garantizar, a todos, los derechos civiles, sin los cuales, la vida se hace
insoportable y pasamos a ser marionetas del Gobierno. Si bien el liderazgo es necesario,
cuando funciona la democracia se hace menos importante porque el poder está
repartido y, tanto las sucesiones, como los conflictos políticos, se resuelven
en un ambiente de paz, dado por la estabilidad institucional. China de Mao, Cuba, Corea del Norte, la
experiencia de la URSS
y los países que estuvieron detrás de la Cortina de Hierro, dan cuenta cabal del fracaso
de la experiencia socialista. En cambio, los países capitalistas como Alemania,
Estados Unidos, Taiwán, Corea del Sur, Holanda, Bélgica, entre otros, aún con
sus desvíos, nos permiten observar que la calidad de vida es infinitamente
superior, con una economía libre y un gobierno limitado, sometido a la
supremacía de la ley. Desmienten las predicciones anticapitalistas. Por Elena Valero Narváez Historiadora y periodista
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