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Un intento inútil
Por Mara Allende - 2 de Diciembre, 2012, 0:10, Categoría: Opinión
La convicción de la presidente Cristina
Fernández y sus incondicionales, de que una proporción mayúscula de sus propios
problemas y los del país se debe a nada más que la hostilidad de los medios del
Grupo Clarín, los ha llevado a tratar el 7D como si esperaran que, en el día
así denominado en la jerga en boga, el panorama político argentino se transforme
por completo y que en adelante un aluvión de buenas noticias modifique
radicalmente el sentir de la gente. Aunque el país se ve abrumado por
problemas concretos de distinta índole, los kirchneristas se las han arreglado
para persuadirse de que les será dado solucionarlos –mejor dicho, borrarlos–,
mediante un zarpazo certero contra la empresa periodística más grande del país. Puesto que el 7D el gobierno logrará a
lo sumo la suspensión por un rato, de algunos programas televisivos, sería
realmente asombroso que el triunfo supuestamente épico y pronosticado por el
oficialismo tenga un impacto positivo en el clima imperante. Por el contrario,
los ya enojados por la gestión llamativamente torpe y por la soberbia del
gobierno de Cristina Fernández lo tomarán por un intento de amordazar a los
críticos que por algún motivo cree influyentes, lo que huelga decirlo, lo
desprestigiaría todavía más. Pero si como muchos prevén, no sucede
nada, el gobierno sufrirá una nueva derrota, ya que ha apostado tanto a que la
eventual instrumentación de la ley de Medios para que perjudique a Clarín,
dejando a salvo a los medios amigos, le permita marginar a los reacios a ayudar
a difundir el cada vez más estrafalario «relato» oficial. La obsesión de los kirchneristas con los
medios periodísticos, es atribuible al desprecio que tantos «militantes»
oficialistas sienten por la ciudadanía. La creen conformada por sujetos
ignorantes, personas incapaces de pensar de manera independiente y que se
limitan a obedecer las órdenes que les envían los diarios, las emisoras de la
radio o los canales televisivos. Aun cuando consigan monopolizar todos
los medios de comunicación, los kirchneristas no podrán impedir que la
ciudadanía se entere de los errores que cometen a diario, a menos que se imponga
una dictadura feroz equiparable con la de Corea del Norte. Por cierto, las protestas gigantescas
que esporádicamente se celebran en contra de la inoperancia sistemática del
gobierno, no se deben a la prédica de Clarín y otros medios sino a factores
como la inflación, al parecer irrefrenable que perjudica a casi todos, la
inseguridad que, huelga decirlo, es mucho más que «una sensación», el deterioro
evidente de los servicios públicos, episodios bochornosos como el supuesto por
la detención en un puerto ghanés de la fragata «Libertad», el cepo cambiario
que imposibilita el ahorro y, desde luego, las declaraciones disparatadas de
ciertos funcionarios y las arengas que pronuncia la presidente por la cadena
nacional de radio y televisión. De todos modos, ya es demasiado tarde
para que el gobierno tenga posibilidad alguna de verse beneficiado por el desmantelamiento
parcial del Grupo Clarín que se ha propuesto. El gran enemigo de la gestión de
Cristina Fernández no es un medio determinado. Es su propia tendencia y
soberbia y aquella de sus partidarios más vehementes a privilegiar lo
ideológico, es decir lo abstracto, por encima de todo lo demás. Parecería que están tan ocupados
perfeccionando su extraño «relato», que no tienen tiempo para los asuntos
concretos. De ahí la presencia en puestos estratégicos del gobierno de tantas
personas ambiciosas pero nada idóneas, que se destacan por su presunta lealtad
hacia la presidente y que han aprovechado la oportunidad que se les ha brindado
para hacer gala de su propia impericia. Pero ya se volcarán y seguirán el
camino de la corriente del momento. Por Mara Allende
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