Calendario
ApúntateCategorías
Archivos
Sindicación |
Perón y la Triple A
Por Hugo Gambini - 2 de Octubre, 2012, 1:57, Categoría: Peronismo: régimen, caída e historia
En un esfuerzo
por salvar la responsabilidad de Perón en la muerte de quince jóvenes
izquierdistas, la historiadora Araceli Bellota me acusa de no decir toda la
verdad en mi artículo "Perón creador de la Triple A". Agrega
que acudo a “investigaciones ajenas” y que mi argumento “tambalea por no hallar
fuentes fidedignas”, aunque acepta que en esa reunión se aprobó un documento reservado. Este documento
lo dio a conocer un solo diario, La
Opinión (del 2/10/73), gracias a la primicia que obtuvo su
director, Jacobo Timerman. ¿Y qué decía la primicia? Que “todos deberán
participar en la lucha iniciada, haciendo actuar todos los elementos de que
dispone el Estado para impedir los planes del enemigo y para reprimirlo con todo
rigor”. En verdad, así empezó el terrorismo de Estado. En un cónclave que
presidió Perón, junto al gabinete nacional, los gobernadores y el Consejo
Superior Peronista. Si Perón
arremetió contra la juventud de su partido y de otros grupos de izquierda, si
se organizó el terrorismo de Estado para eliminarlos y si empezaron a caer
izquierdistas muertos, antes y durante su presidencia, ¿a quién hay que
cargarle la cuenta? ¿Quién era el jefe de gobierno? ¿Quién nombró a los
comisarios Rodolfo Eduardo Almirón, Alberto Villar y Juan Ramón Morales? ¿Y
quién ascendió a José López Rega? Todos fueron jefes de la Triple A. ¿Perón los
nombró sin saber para qué? ¿No entendió lo que ocurría en el país? Sus médicos,
Norberto Giletta, Pedro Cossio y Alfredo Bisordi, dijeron que “la lucidez fue
permanente en el general Perón, hasta el mismo instante de su deceso”. Según la
historiadora, Perón no tiene nada que ver con los muertos de ese siniestro
organismo. “Definitivamente no”, asegura. Y se apoya en lo que le contó Juan
Manuel Abal Medina en junio del 74, asegurándole que “los lazos entre Perón y
Montoneros nunca se cortaron”. La verdad es que en esa fecha, los montoneros
estaban furiosos y no porque Perón los hubiera echado de la plaza, como cree
equivocadamente, pues lo cierto es que se fueron solos, descargando su rabia:
es lo que cuenta el entonces funcionario peronista José A. Deheza: “Sin esperar
el final del discurso, los montoneros plegaron sus estandartes, dieron la
espalda al palco y comenzaron a retirarse de la plaza, coreando: «Aserrín,
aserrán, es el pueblo que se va»”. También advierte Deheza que, al pedirse un
minuto de silencio por Eva Duarte y los muertos por la Patria, “los sindicalistas
se callaron y los montoneros coreaban uno a uno el nombre de sus muertos
notables, agregando el consabido ¡presente!”. Dice también
que, en la reunión con Ana Guzzetti, no recordé esta frase de Perón: “La
guerrilla debe ser reprimida dentro de la ley”. ¿Cuál ley? No había nada que
legalizara la pena de muerte, pero existía la organización paraestatal dedicada
a eliminar a los izquierdistas. Guzzetti dijo, y lo repito, que “en dos semanas
hubo exactamente veinticinco unidades básicas voladas (...) y doce militantes
muertos, (...) todo hecho por grupos parapoliciales de ultraderecha”. Perón
mandó investigar a Guzzetti, no las muertes. Lo vimos todo por televisión. No
hace falta ninguna cinta grabada. Finalmente, la
historiadora supone que “olvido el contexto” cuando señalo que en el gobierno
de Perón se identificaron quince cadáveres, sin contar los secuestros. Ella
sostiene que, “sin realizar distinción de ideología alguna, en ese mismo
período murieron más de cincuenta personas”. Pero yo me referí siempre a los
muertos de la Triple A,
víctimas del terrorismo de Estado, durante el gobierno de Perón. Nada dice, en
cambio, del somatén –preludio de las Tres A– que se convirtió en un cuerpo
represivo para eliminar a la izquierda. Quien lo explica es Miguel Bonasso, al
contar que Perón le dijo al gobernador Oscar Bidegain: “Lo que hace falta en la Argentina es un
somatén”. Lo escuchó su hija, Gloria, y, según Bonasso, “la sombra de aquella
charla se extendería sobre los cadáveres que la Alianza Anticomunista
Argentina sembraría en los bosques de Ezeiza, alimentando una sospecha que
Gloria no podría confesarse nunca: la idea de la Triple A no había nacido
en la cabeza de López Rega, sino en la del propio Perón” (El presidente que no
fue). Son
investigaciones ajenas, es cierto, pero nunca desmentidas. Por Hugo Gambini (La segunda tiranía)
|