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Intimidación e intolerancia: el modelo CFK
Por José Marcelino García Rozado - 15 de Septiembre, 2012, 2:05, Categoría: Los Kirchner .Tiranías fascistas.
El
peligro no pasa por la economía, ni siquiera por la política o la falta de
institucionalidad que con recurrencia permanente azota a nuestra Patria, sino
que la novedad y la sorpresa -por hacerse explícita-, radica en advertir como
los rasgos medulares de la verdadera crisis argentina forma parte, hasta con
cierta naturalidad en la forma en que lo estamos aceptando mansamente, en los
síntomas del autoritarismo del Gobierno Cristina K: “el miedo y la obediencia
ciega, elevados por la
Presidente a Regla de Oro”. Entre
ser amada o ser temida, la
Presidente de los argentinos optó trágicamente para ella y
para todos por la segunda, no puedo creer que no quiera que la quieran -aunque más
no sean sus aplaudidores obsecuentes y sus “jóvenes camporistas rentados”-,
pero debe sentirse mucho más segura “si le tienen miedo y le temen”, eso fue lo
que por lo menos explicitó en su última “cadena nacional del éxito y la
alegría”, esa que sabe conducir cada vez con mayor asiduidad. Pobre mujer, no
entendió una sola palabra del “Manual de Conducción Política”, donde se explica
con claridad meridiana que el “arte de conducir” nunca puede asentarse en el
mandar, sino por el contrario en el convencer; y por lo tanto, cualquier alumno
aplicado entendería que “convencer” deriva de explicar y lograr que el
conducido acepte de buen grado realizar lo que le están solicitando. Por
el contrario, “el mandar” es lo clásico de aquellos gobernantes o pseudo conductores
que “no pueden o son incapaces de convencer”, por lo que eligen “mandar” a
través de la imposición y el miedo o el temor de los conducidos porque éste
sistema requiere exclusivamente de su propia voluntad y por consiguiente, no
necesitan del amor y del convencimiento de los pueblos que dependen de la
voluntad de esos conducidos o gobernados, o sea “los demás”. Ella y sus
adláteres, funcionarios “sin pienso”, o que por lo menos saben ocultarlo
plenamente en caso de tener algún tipo de pensamiento propio y diferenciado del
de “ella”, han hecho del temor al castigo “una expresión nítida y acabada de su
política y de su modelo”, ese que hasta a sus más falderos intelectuales les
cuesta explicitar y demostrar como tal. ¡Simplemente porque no existe tal modelo
cristikirchnerista! Unos
están comprados, porque estaban en “oferta de saldos”, en verdad porque a la
gran mayoría mientras pasaba el apremiante tiempo, de golpe y porrazo los
adquirieron por un precio muchísimo más alto de lo que nuca hubieran podido
soñarlo; las admoniciones presidenciales, las ordenes impartidas hasta sin
sentido mínimo alguno, están preñadas de advertencias autoritarias hacia
propios –sus humillados y degradados funcionarios, y hacia aquellos que ahora
habitan el “paraíso de los vendidos”-, y hacia extraños u opositores que
critican su gestión. Lo realmente grave es que no son sólo advertencias; es más,
son el prólogo de acciones concretas a futuro, pues como bien dijo Maquiavelo:
“surge de esto una cuestión: si vale más amado que temido, o temido que amado.
Nada mejor que ser ambas cosas a la vez; pero puesto que es difícil reunirlas y
que siempre ha de faltar una, declaro que es más seguro ser temido que amado”.
Son extraños los juegos de la memoria, y más los de la memoria de la Presidente, que se tomó
largo tiempo para explayarse y explayar su postura antidemocrática: “como no es
cadena nacional puedo hablar todo lo que quiero” habiendo mucho más espacio
para las confesiones de la intolerancia y la intimidación. CFK
comete un verdadero “sincericidio” cuando en una muestra de su forma de ver,
entender y ejercer el poder, realmente muy poco cristiana -¡no debemos olvidar
que el Movimiento Nacional Justicialista por definición de su creador es
“eminentemente nacional, humanista y cristiano”!-, y sonando a advertencia
expresó: “solamente hay que temerle a Dios… y a mí, en todo caso, un poquito”,
y digo muy poco cristiana porque para los cristianos nuestro Dios es un Dios
“de amor, muy alejado del Dios castigador que profesan otras religiones”. El
miedo y la obediencia siempre fueron, desde su inicio político en Santa Cruz
los “materiales” con que se construyó el “estilo K”, las dos caras del sistema
impuesto por Néstor K y por Cristina K, su verdadera “marca de fábrica” que
imprimieron desde sus mismos comienzos y que luego trasladaron a la Nación cuando una enorme
mayoría de pseudo politólogos imaginaron que era lo que el pueblo y la Patria requerían tras la
gigantesca crisis institucional de 2001: “un hombre providencial y un gobierno
fuerte”. Intimidación
e intolerancia fueron los ingredientes que “ellos” imprimieron como marca
registrada, para presumiblemente reconstruir una “imagen presidencial”
supuestamente desdibujada y borrosa tras la crisis, y así transcurrieron los
primeros 8 años y medio -abril 2003 / Diciembre 2011-, aunque recién ahora
cuando el desmanejo y la inexperiencia de la enorme mayoría de los nuevos
funcionarios, o el atropello y la corrupción de parte de los más antiguos, se
enseñorea desde la cúspide del poder es que “la Presidente” eleva “esa
práctica a regla de oro de la conducción política”, desconociendo las más
elementales normas del buen conductor y líder y del pensamiento cristiano
respecto de Dios. Cristina K impone, aún más notoriamente que Néstor K, el
axioma de que nadie se puede atrever a tomar decisiones inconsultas o a mover
absolutamente nada sin su permiso, todos deben entender que su poder es apenas
prestado, limitado, circunstancial y que depende exclusivamente de “ella”. Los
rasgos del autoritarismo en el cristikirchnerismo aparecen cada vez con mayor
nitidez, no es posible ni factible el debate ante la certeza absoluta
construida para hablar de un mundo que tiene una sola explicación y es “la que
surge de la cúspide del poder, que es el depositario de la verdad y de la
interpretación de la realidad”; esta verdadera “coacción” es la que termina
generando todo tipo de arbitrariedades que no pueden ser corregidas sin la
intervención de quienes las toleran –pareciera que de buen grado-, y se hace
evidente que no existe ni la voluntad ni la decisión de hacerlo. La
desaparición casi total de los límites entre Estado y “aparato político
oficial”, se constata cotidianamente y es otro de los perfiles y síntomas que
configuran la forma de este Gobierno Cristinnista: “la utilización de las
herramientas del Estado como coerción política es una anomalía que se presenta
ante la sociedad y el pueblo como natural”; que Axel Kicillof sea capaz de
amenazar a un empresario de la talla de Paolo Roca con “fundirlo, manipulando a
la baja el precio de la chapa de acero”, aunque luego de semejante despropósito
y ante la incursión en la figura de un delito penal, este “jacobino que deleita
y tiene embobada a la
Presidente”, terminara expresando que “optaron por perdonarle
la vida a pesar de que nos criticó”, es una muestra flagrante de este
autoritarismo fascistoide y totalitario. La
enormidad y gravedad de esta amenaza, como la de la Presidente, ilustra con
claridad meridiana la calidad democrática y los principios republicanos que
animan al régimen, por eso esperar de éstos una opinión sensata que corrija
esta verdadera “boutade” es verdadero infantilismo, pues el uso ilimitado de
todos y cualquier recurso del Estado para sofocar toda crítica como “nueva policía
política”, el uso de la cadena nacional y el fútbol o el automovilismo “para
todos” como propaganda política permanente, y el manejo desembozado de los
medios de comunicación para que funcionen exclusivamente en sintonía con los
deseos de la Casa Rosada,
así como el avance de La
Cámpora en la intrusión en las escuelas –secundarias,
primarias y hasta en los jardines de infantes- públicas, o en toda economía,
forman un cóctel de precisos rasgos autoritarios, totalitarios y del más puro
estalinismo o nazifascismo, cualquiera sean las razones que se intenten usar
para justificarlos. Ex menemistas desaforados, ex duhaldistas entusiasmados y
ex frepasistas convencidos, son hoy los cristikirchneristas fundamentalistas y
a ultranza pues siempre están, estuvieron y estarán donde sople el “viento del
poder”, él los va amontonando donde más caliente pega el sol oficialista. Bueno
es remarcar que una enorme mayoría “nunca fueron verdaderos peronistas”. Además
existe otra clase de justificadores porque, bueno, hay pseudo intelectuales o
mediocres intelectuales “que se la creen”, y lo más grave es que se la creen,
increíblemente, “de verdad”. Son los “auto engañados” o los “engañados de
conciencia”; aquí encontramos a la enorme mayoría de los firmantes de “Carta
Abierta” que gozan -muchos de ellos-, de las mieles de los beneficios del
puesto público, como funcionarios o como rectores de alguna flamante y
desconocida universidad estatal o con programas en la “cadena de la felicidad”
(que no es la de la “felicidad y la alegría”, esa es de exclusividad de la señora
Presidente) de los medios K, existe, debemos aceptar, una porción que sin
militar rentadamente ni recibir favores del Estado-Gobierno, “está convencida
de que este gobierno es progresista y va por el buen camino”, de los mayores
una porción significativa provienen del Partido Comunista o del Partido
Intransigente -por lo general ex Frepasistas-, pero que por lo general siguen
adhiriendo aunque la historia los aplastó en el camino ideológico al marxismo. Son
tan estúpidos e infantiles que creen que este Gobierno es “la izquierda posible
del peronismo”, es más, creen que “es la izquierda que puede soportar esta
sociedad” desconociendo que si la izquierda marxista nunca tuvo cabida en
Argentina fue justamente por las existencia del peronismo, así fracasaron las “pseudo
revoluciones” erpianas y montoneras de los 70, porque eso que ellos hoy definen
como “un capitalismo de Estado asistencialista, con cierta movilización social,
un discurso medio contradictorio pero nacional y popular”, no es otra cosa que
un neopopulismo berretizado muy lejano de un populismo nacional serio y de
tinte inclusivo y desarrollista. Están
tan quedados en la historia pre caída del muro de Berlín y tan atados a los
dogmas liberales impuestos por Reagan y Thatcher que cándidamente o
perversamente explican: “si te tengo que hablar de la Presidente y sus
muchachos puedo parecer Lilita Carrió. Ya sé lo que son y lo que son capaces de
hacer. Pero no es una cuestión de personas o chanchullos: más allá de sus
deseos que, seguro, no van más allá que el de atornillarse al poder, lo cierto
es que dan vía libre a la movilización de las organizaciones populares. Y por
otro lado, tienen una política exterior claramente antiimperialista, que
sostiene a gobiernos también raros pero interesantes como el de Evo Morales, el
de Chávez o el de Correa. Y eso, no me digas que no, le jode a Yanquilandia”. Como
la estupidez es contagiosa, como el sarampión y la viruela boba, reconocen que
“yo no tengo dudas de que es un gobierno populista y clientelista, que no tocó
la estructura productiva ni ahí, pero es cierto que ataca algunas de las
libertades que fomenta el capitalismo, como la de prensa o la económica. Las
libertades burguesas”, el sincericidio en el que caen los lleva a confesar
tontamente, si no fuera verdaderamente peligroso que: “para mí lo importante no
es lo que el kirchnerismo –cristikirchnerismo- hace, que es poco y nada, sino
lo que impide. Con ellos gobernando, es imposible que la Argentina se suba al proyecto
capitalista de Sudamérica. Eso lo están haciendo, primero, Chile y Colombia. Y
se da, con matices, en Perú y hasta en Uruguay (desconociendo los orígenes de
ambos gobiernos). Todo, mientras Brasil se hace el imparcial, pero claramente
tira para la globalización, ¿o no? ¿O me vas a decir que es socialista? Por
eso, lo mejor del kirchnerismo es no dejar que ese capitalismo se concrete acá.
¿Te parece poco?”. Estos conceptos hipócritas y cínicos parecen responder a
aquella archiconocida y muy desgraciada consigna neoliberal de “cuanto peor,
mejor” o para que quede más claro aún aquella muy conocida por los argentinos
de que “vamos mal, pero estamos mejor” esbozada por el ex Presidente Menem en
los 90 del pasado siglo. Pero
ellos, aferrados a la defensa infantil cuando no hipócrita y cínica del
cristikirchnerismo te responden: “no, no te equivoques. Al contrario: nosotros
vemos este proceso con esperanza. Hay que ver qué pasa en las bases, que ya
tienen una larga experiencia en la movilización sin que las repriman -y llegan
a cometer delitos como robo, intrusiones, muertes como las sucedidas en
Humahuaca por la narcoguerrilla de Milagros Salas-. De allí puede salir algo
que supere al cristinismo y los camporistas. No me digas que no tiene su
lógica…” O son estúpidos o son verdaderamente perversos, y como dice el
periodista, los deja con una sensación de desesperanza, preguntándose si tiene
lógica que una nación, luego de crecer durante una década, decaiga y sus
habitantes sufran los demonios de esa decadencia -pobreza, autoritarismo,
pérdida de libertades, todo cada vez peor en educación, transporte, salud- en
pos de un supuesto y cínico sueño utópico revolucionario ahistórico que lo más
probable es que jamás se concrete, como nunca pudo concretarse la revolución
erpiana y la de los montoneros imaginada y nunca acompañada por el pueblo
peronista hace ya casi 40 años. Como
bien dice Moreno, “Francisco Quevedo supo escribir: ¿Qué otra cosa vemos sino
hombres ocupados en negociar su propio castigo y su misma desolación?” Las
amenazas de la Presidente
y de su jacobino preferido, buscan marcar el terreno de funcionarios,
legisladores, gobernadores, intendentes, empresarios y clases medias en medio
de una etapa en la que la multiplicidad de asuntos que el propio cristinismo ha
colocado en debate amenaza su propia unidad, comenzaron a vivirse los primeros
coletazos de rebeliones, Jorge Yoma que niega la re-re, Griselda Herrera (Dip.
FpV La Rioja)
contra el proyecto del voto a menores y de los extranjeros, igual que Jorge
Guccione y Sandra Jiménez (Dip. FpV. Misiones), o la misma Directora Nacional
de Adolescentes Infractores a la
Ley Penal y fundadora de HIJOS, Raquel Robles, o el mismo
Coqui Capitanich que circunscribiéndolo a su provincia, expresó sus reservas a
la re-re. A los estrategas oficialistas del cristinismo no se les escapa que,
de no incrementar los controles, estas primeras voces disonantes pueden prender
como reguero de pólvora en el constante polvorín que es históricamente el
peronismo. Cariglino, De la Sota,
Peralta pueden dar fe de los peligros que entraña cruzar a la vereda de
enfrente, pero también pueden dar testimonio de lo bien recibidos que son entre
la población cuando se animan a enfrentar el poder centralizado y autoritario
de CFK. CFK
pretende imponer como consigna popular, que “la cadena ilegal del desánimo ya
tiene fecha de vencimiento el próximo 7 de diciembre”, tergiversando y
adaptando a su conveniencia el fallo de la Corte Suprema de Justicia
de la Nación,
asimismo sobre las provincias pende también aquello de que “yo también podría
comenzar a hablar de cómo están gestionadas” algo ya aplicado como correctivo
en el caso de Scioli, pero “ella”, “La
Jefa”, ha sostenido en demasiadas e innumerables
oportunidades para que no lo piense, que “nada es casual”, este determinismo
implacable por ella aplicado, rige la vida de los hombres y las mujeres
argentinas, o sea de “todos” y de “todas” y el desliz presidencial es un
verdadero acto fallido y no un error involuntario propio de la incontinencia
verbal de la Presidente:
ella aseguró a los cuatro vientos que no escucha a quienes ponen piedras en “su
camino”, o “convocan a las malas noticias” y principalmente y desde su óptica,
“cargan de negatividad la atmósfera que respira la opinión pública. El que se
detiene a mirar atrás, se convierte en estatua de sal, como la mujer -acto
fallido o de desconocimiento supino de la historia- de Seth (el egipcio)” en
vez de la mujer de Lot (el Hebreo). ¡Seth,
el Dios de la violencia, el señor de desiertos y de la guerra! Todo lo
contrario al Dios del amor del cristianismo y del catolicismo peronista, un
régimen de funcionarios y Presidente, ricos hasta el hartazgo y lo inimaginable
se oponen a las fuerzas de la reacción y practican, una opción por los pobres,
llevan a cabo una transformación cultural, económica y social silenciosa, una
verdadera “revolución invisible para el pueblo. Por José Marcelino García Rozado |