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Golpe a punto neurálgico del modelo K
Por Fernando Gutiérrez - 27 de Agosto, 2012, 17:03, Categoría: Economía - Empresas -Comercio
Cae la contratación de personal y ahora
"empleado que se va no se reemplaza". Mantener el empleo influye más
en el humor social que la inflación o el cepo al dólar. Ha sido un factor clave
para el Ejecutivo en las urnas. Ahora el clima es otro, no se generan nuevas
vacantes y no se puede compensar con empleo público. ¿Qué actividades están en
el ojo de la tormenta? Esta vez no fue un invento de la "cadena
nacional del miedo y el desánimo": la ola de despidos y suspensiones de personal en empresas con
problemas no sólo ocupó un espacio protagónico en los medios de comunicación
críticos al "modelo", sino que hasta encendió luces de alarma en el seno del Gobierno. A punto tal que la propia presidente Cristina Kirchner no
vaciló en agitar el peligro del
desempleo cuando vio que las negociaciones
salariales de los gremios podían
desbordarse o, incluso, cuando hubo que negar la posibilidad de
actualizar el "piso" del Impuesto a las Ganancias. Según los analistas, hace bien la Presidente en prestar atención prioritaria al tema
del empleo: ha quedado
demostrado que es la cuestión que con
más fuerza incide en el humor
social, por encima de otros factores, como la inflación y el
"cepo" al dólar. De manera que, cuando hay sensación de estabilidad laboral, los argentinos se muestran optimistas y con muy buena predisposición a consumir. Claro está que todo esto "paga" en términos políticos. En octubre pasado, cuando Cristina K fue reelecta, el porcentaje de argentinos que
consideraba que había muy pocos empleos
en el país era de un 26%, un mínimo
histórico, según la encuesta de expectativas económicas que realiza la Universidad Católica. Hoy, en
cambio, quienes ven dificultades
de empleo representan un 42%,
con tendencia a la suba. Es un
nivel todavía lejano al 70% que se había registrado durante la recesión de
2009, pero lo suficientemente alto como para generar preocupación. Esa percepción más negativa que existe en la opinión pública, se condice con los datos que manejan los expertos del mercado laboral. El ánimo en las empresas se está deteriorando aceleradamente y
comenzaron a tomarse medidas que
son características de momentos "pre-crisis".
Es decir, no hay despidos masivos, pero no
se ocupan los cargos vacantes, salvo los estratégicos. Se observa un cierto amesetamiento salarial en los niveles superiores y se recortan algunos beneficios, al
tiempo que las jornadas de los puestos que se conservan se hacen más pesadas. "Vemos a las empresas reacomodando sus estructuras.
Se mide la eficiencia de la gente y se empiezan a restringir las horas extras. Además, a los
empleados nuevos no se les da tanta capacitación y otros beneficios, dado que muchos de estos
planes están en fase de recorte",
describió Eduardo March, subdirector general de Manpower Argentina. Para esta firma, que presta servicios de
recursos humanos en los principales sectores de la economía, los síntomas de
este momento son inconfundibles. "La demanda de empleo está cayendo 3% de un trimestre a otro. Hay incertidumbre y vemos una desaceleración progresiva", señaló
March. Una visión similar aporta Alejandra
Figini, directora de la consultora Gi Group, que realiza servicios de búsquedas
profesionales para grandes empresas: "Empleado
que se va no se reemplaza". La experta en cuestiones laborales
señaló que "se está viendo una precarización
del empleo. Los pedidos para
nuevos puestos han caído un 16% en el último semestre, en
comparación con el año pasado". Lo cierto es que los expertos perciben
un notorio cambio de clima en
las compañías. Uno de los síntomas es la caída en el pago de horas extras. "Al no haber nuevos puestos, se suelen redistribuir las tareas con mayores responsabilidades y, a veces,
con una mayor carga horaria para
los que quedan, pero sin el pago
adicional. Es una situación típica de cuando el empleo se retrae", agrega
Figini. Este enfriamiento del mercado tiene
su correlato en el tiempo que se
tarda en conseguir un nuevo puesto.
Ahora un profesional en esa situación, demora como "mínimo" unos tres meses y, en muchas ocasiones, teniendo
que aceptar hasta un 20% menos
en su remuneración respecto de la que venía percibiendo. Este lapso ya resulta ser bastante mayor al de 2009, el antecedente más reciente de
un momento recesivo. Perspectivas pesimistas - Este cambio de clima es refrendado por los números,
que muestran un inocultable
estancamiento en la creación de
nuevos puestos de empleo. El índice de demanda laboral, que elabora la Universidad Di
Tella sobre la base de las búsquedas de personal publicadas, se redujo un 31% en el primer semestre del año. Las propias cifras del Indec correspondientes al segundo trimestre dan
cuenta de un aumento del desempleo,
incluso cuando la cantidad de gente que buscó trabajo fue menor. Algunos ven en esta situación el inicio
de un fenómeno conocido por los economistas como el "efecto desaliento". Es decir, la disminución del total
de particulares que van en busca de un empleo, por sentir que al enfriarse la
economía no tendrán éxito en su intento. El otro dato preocupante es el incremento en la subocupación. Es decir, en la cantidad de gente
que trabaja pero en jornadas reducidas,
generalmente dentro del sector informal.
El fenómeno es visible especialmente en la provincia de Buenos Aires, donde
quienes están en esta condición representan un 13% de la población ocupada. El propio ministro de Trabajo, Carlos
Tomada, fue muy explícito sobre este tema: "Se detuvieron las
incorporaciones, y eso es un síntoma
de que hay que empezar a cuidar el
empleo". Si bien el ministro aludía a los efectos
de la crisis europea sobre la
Argentina, la frase
sorprendió a analistas y
empresarios, dado que pocas
veces desde el oficialismo
suele hacerse alusión a que está en
riesgo justamente el principal
pilar del "modelo" y orgullo de la corriente política
kirchnerista. Los analistas creen que los funcionarios hacen bien en
preocuparse. "Con muy
baja inversión privada es poco probable
que se dé una mayor demanda de empleo", afirmó Nuria Susmel,
economista de la fundación FIEL, para quien resulta evidente que las medidas de
política económica deterioraron el clima de negocios e influyeron directamente
sobre el mercado laboral. Y remarcó un tema no menor: mientras la actividad
económica se enfría, los salarios
han hecho "oídos sordos". Continuaron ajustándose a tasas
superiores al 24 por ciento,
"lo cual desalienta la contratación de mano de obra". En tanto, desde el Instituto Argentino
de Análisis Fiscal, el economista Nadin Argañaraz advirtió que hay una "luz amarilla" en los
números, que marca una caída en la
demanda laboral. Para Argañaraz, es
urgente "encarar una política económica que revierta esta situación". Pero lo cierto es que la mayoría de
los análisis dejan traslucir cierto
escepticismo sobre una reversión
de la tendencia. "Las perspectivas de empleo lucen poco favorables para lo que resta de 2012. Como la ocupación no va a crecer, es probable
que se observe un leve incremento del desempleo", advirtió la consultora
Ecolatina. Y observó que esta vez el Gobierno se va a encontrar con mayores dificultades que las que tuvo
en 2009. "A diferencia de esa crisis, donde el empleo público compensó las caídas
del sector privado, el deterioro
de las cuentas fiscales de las
provincias y de la Naciónponen un límite a la capacidad
del Estado como empleador", señaló Ecolatina. Los candidatos al ajuste - En el relevamiento de FIEL, las actividades donde se
evidencia particularmente esta situación, son las de construcción y servicios
financieros, que muestran una clara tendencia decreciente en el personal
empleado. También March, de Manpower, observó cómo
muchos de los sectores que habían sido
líderes en el crecimiento económico de los últimos años, son los que ahora más están sufriendo las
consecuencias del enfriamiento. Por caso, en los rubros de minería y construcción, la demanda
registra caídas de 5% en cada trimestre
respecto del anterior. En el de finanzas,
y particularmente en el sector de seguros,
la caída ha llegado a un 6%,
agregó. Figini, de la consultora Gi Group,
destacó que hasta en el sector
automotor, uno de los emblemas industriales del modelo K, aparecen amenazas en el horizonte. "La vemos como una de las ramas más comprometidas, e
indirectamente afecta a sus industrias
satélites", afirmó la experta. Y, desde ya, señala que los grandes candidatos a seguir con problemas de empleo son
aquellos rubros que recibieron el impacto directo de las medidas intervencionistas del
Gobierno, tales como las trabas a las
importaciones y la restricción del mercado cambiario. "Entre los brokers y distribuidores
de productos importados, la caída
en la demanda de personal ha llegado al 50%; también vemos expulsión
de gente en el sector turismo y
en el mercado inmobiliario",
agregó. En cambio, hay rubros que
siguen demandantes, a pesar del entorno económico menos dinámico. Sobre
todo, aquellas actividades complejas donde no abunda personal idóneo, como en alta tecnología y en especialidades de medicina. ¿Se alcanzó el techo del
empleo privado? - En todo caso,
el interrogante que surge es si
el problema que se evidencia en el empleo se trata de algo pasajero, achacable al enfriamiento de la economía y a las
medidas intervencionistas, o si, por el contrario, estamos ante un problema más estructural, que indique
que el país está llegando a un techo en cuanto a la posibilidad de crear
trabajo. Una visión pesimista al respecto la dio el economista Juan Luís Bour,
que observó una tendencia a la caída de
productividad. "El share del empleo público es cada vez más grande, porque sigue creciendo mientras se estanca el privado. Eso no es
eficiencia. Si en diez años de fuerte crecimiento económico hubo un millón de
nuevos empleados públicos entonces ¿Cuál
es el éxito de esta
política?", se pregunta Bour. Otros analistas, además, ponen la lupa
sobre cómo la "puja
distributiva" y la
conflictividad sindical pueden traer complicaciones adicionales. Por caso, un informe de Jorge
Vasconcelos, economista de la Fundación Mediterránea, observa que el fuerte aumento que ha tenido el
salario básico de convenio en
varias ramas de actividad, juega como un desincentivo para la generación de nuevos puestos de trabajo. "En
2001, representaba un 16% del salario medio en el sector alimentos. A fines de
2011 esa proporción trepó al 46%", indicó. Y agregó que, si bien a primera vista
luce como un hecho positivo, puede ser un factor que aliente el empleo en negro, debido a que básicos de
convenio relativamente altos pueden quedar fuera de las posibilidades de empresas medianas y pequeñas, como
también de las provincias con menores recursos. Por Fernando Gutiérrez |