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El kirchnerismo degrada la democracia
Por Mara Allende - 31 de Julio, 2012, 21:43, Categoría: Corrupción - Violencia
Tanto
en las vías de hecho, al lanzar sus fuerzas de choque a la calle para
anarquizar esta democracia ficticia, como en la constante violación a los
principios inmanentes de nuestra Constitución Nacional, el régimen continúa
forzando al cuerpo social hasta llegar al enfrentamiento entre hermanos. La repetición diaria de
hechos que conculcan la libertad de tránsito garantizada por la Carta Magna, la burla
al ciudadano común que debe padecer enfrentamientos entre grupos gremiales,
como en subterráneos, agregados los “grupos sociales” del kirchnerato frente a
los combativos, mas los “aprietes” a la libertad de circulación de los
distribuidores de los diarios “Clarín” y “La Nación”, más la burla al ciudadano común por no respetar
las condenas de los jueces y hacer de la justicia lo que se les antoja, conllevan
inexorablemente y sin causa que lo justifique, al enfrentamiento social. Poco a
poco. El ciudadano común ya lo ha
demostrado en otros años con la “guerra gaucha” al salir a las calles y rutas a
defender intereses ajenos y, en la época de Néstor Kirchner, al castigar “el
modelo” con un 70% de votos no positivos. Pero la irracionalidad
enfermiza de la “ama del feudo”, potenció su violencia mental al tratar de
cambiar su adversa realidad política. Está tratando de lograr su tan ansiada
crispación social y dentro de sus delirios, cuando la violencia se efectivice,
aumentará la represión contra sectores opositores con maniobras de todo índole.
Desde el uso de la fuerza estatal y paraestatal –además del Vatayón Militante-,
hasta las más bajas persecuciones serán moneda constante de su diario accionar. Al igual que a su esposo
(él), que no le importó en lo absoluto destruir la ínfima credibilidad
originaria del “gobierno” de su mujer, con tal de mantener el poder en las
sombras, Cristina K obra de la misma manera. Como todo maniático no logra
comprender que ella es su peor enemigo. Siempre va por más porque sabe que la
balanza de la justicia, antes y después que termine su régimen, caerá sobre sus
espaldas con todo el peso de la ley. Sabe también que el año que
viene, el nuevo Congreso Nacional, por más caja de compraventa que emane desde
el poder, no será “borocotizable” ya que la mira ciudadana en los parlamentarios
no soportaría más actos de denigración moral. Los nuevos legisladores
conocen la responsabilidad que pesará sobre sus espaldas: mantener la unidad
legislativa opositora y consensuar aquellos proyectos que logren reencauzar los
graves errores e injusticias producidos por los miembros del Congreso actual. Mentiría si dijera que el
camino de reconstrucción democrática encontrará un camino de llanura. Kirchner primero
y su mujer después, lograron dañar las instituciones de grado tal que gran
parte del ciudadano común descree en los valores de la libertad y la democracia
como forma de vida. Formamos parte de una
sociedad dividida culturalmente, similar a la de la década anterior de 1955 y del
setenta. Hace más de 57 años estaba el peronismo con el totalitarismo del
terror y luego, casi cuarenta y dos años después, estaban los violentos que
deseaban imponer a sangre y fuego un régimen totalitario, y del otro estábamos
nosotros que ansiábamos la paz por sobre la dominación subversiva. La violencia de entonces
tenía ideología; la de ahora sólo tiene resentimiento social y mantenimiento
estatal para potenciar su accionar. Como hace casi seis décadas,
del otro lado también estamos nosotros -sujetos pasivos del mal–, y apostadores
de la seguridad ciudadana frente a la ruleta rusa que no nos asegura si a la
noche regresaremos sanos y salvos a nuestras casas. Vivimos en la Argentina del odio, del
miedo y del espanto. La gente organizada vence al
tiempo, y depende de nosotros exigirles a nuestros representantes políticos que
en el marco de la institucionalidad se animen a decir ¡BASTA!… antes que sea
tarde y, otra vez, la sangre de los argentinos hiera de muerte a la República. Por Mara Allende |