El Gobierno terminó de convertir al canal estatal en una repetidora de noticias. El domingo pasado terminó el mundial; para nosotros, los argentinos, el final fue mucho antes, cuando el Cuchu pateó aquel penal que murió en las manos del arquero alemán. Durante la efervescencia mundialista, no obstante algunos hicieron de las suyas: Arslanian sacó de la galera a las maras para explicar el aumento de la inseguridad, el gobierno se aumentó los sueldos, se cocinaron los superpoderes al jefe de gabinete, se debatía la reforma del Código Penal y se instauraba la ley de Educación. Sin la fiebre mundialista, la realidad levanta temperatura. ...- Leer artículo completo