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El uso de los preservativos
Por Armando Maronese - 16 de Abril, 2006, 2:07, Categoría: Cultura - Educación - Literatura
Desde hace varios años ya, este tema se ha convertido en un lugar de encuentro, de diálogo y de intercambio. Aunque no es habitual que este tema se reitere día tras día, esta vez me ha parecido oportuno recoger algunos párrafos de los comentarios enviados por lectores y seguir planteando la posibilidad de "escuchar" -leer- nuevos aportes.
Algo que me ha movido a tomar esta decisión, son los resultados de una encuesta y que usualmente, suelen pasar inadvertidos para la gran mayoría de personas. En esta encuesta, ha votado mucha gente adulta –puedo decir que mucho más que en otras ocasiones-, y llama la atención que la respuesta que obtuvo mayor cantidad de adherentes, fue la de la licitud del uso del preservativo "siempre" (37,65%). La segunda respuesta (es lícito el uso cuando uno de los miembros de la pareja tiene Sida) reunió el 29,4% de los votantes. Si a esto le sumamos los que votaron por la licitud de la utilización del preservativo para evitar embarazos no deseados (9,4%) y en las relaciones sexuales casuales (5,29%), estamos en una cifra que se aproxima al 81,76%, por parte de los lectores que se expresaron por este medio, y, por último, sólo un 18,24% considera que nunca es lícito su uso.
Personalmente, no soy muy afecto a las estadísticas y, menos aún, cuando surgen de un muestreo hecho sobre una escasa cantidad de personas, pero, en este caso, tratándose de un público como el de la revista que leí, me merece una atención especial. ¿Qué nos están diciendo estos guarismos? ¿Qué significa que, en el anonimato de la encuesta, un número tan reducido haya afirmado que nunca es lícito el uso del preservativo, mientras que lo que se escucha es lo contrario?
Quizás, la razón de lo que expresa el lector radique en que dice que, en realidad, no advierte diferencia entre el uso del preservativo y la abstención periódica que proponen los llamados métodos naturales, ya que, por ambos caminos, se está evitando la procreación. Y, como decía una señora, el uso del preservativo o el método de la castidad son cuestiones muy personales. La conciencia de cada uno es libre como siempre lo ha sido. Nadie, en todos estos años, se ha privado de hacer algo porque otros digan lo contrario. Creo que es muy importante EDUCAR continuamente, frente a la protección personal, en favor del amor y de la responsabilidad.
Idea reforzada por otra lectora, que escribió que: ya es hora de que nos dejemos de tantas normas y vayamos a las personas; además, todos deberíamos pensar que la sexualidad no sólo es para procrear, sino que, además, es un don precioso que Dios ha puesto en nosotros para disfrutar como pareja o como matrimonio, y me parece incomprensible que sigamos tachando de pecaminoso el preservativo. ¿Cómo podemos pedir castidad a un matrimonio o pareja que trabajan, todos los días, quizás, a mucha distancia y sólo tienen los fines de semana para estar juntos? Ya es hora que dialoguemos y nos dejemos de tantas normas. La única norma es amarnos.
Otro lector ya si dirigió a la Iglesia y expresó: Usar o no usar el preservativo no es algo que le deba quitar tantas energías a la Iglesia (Iglesia en el sentido jerárquico, no de comunidad en la fe, en este caso). El sexo no se hizo sólo para la procreación, es una ventana al cielo, es un punto de referencia hacia lo sublime, es un regalo y don divino. A la pareja, no sólo le da la posibilidad de hijos, sino que, también, le permite un disfrute que va mucho más allá de la rutinaria experiencia de convivencia. Cualquiera que haya tenido sexo con la persona amada, deseada, añorada, sabe que el resultado es mucho más excelso o divino que la unión de dos personas. Por favor, basta ya de confundir tanto las reglas morales con el mandamiento de amar. Las reglas son para quienes no pueden pensar por sí mismos, el amor es para que las otras y los otros sean felices.
Nada nos impide seguir colaborando con la educación y la salud (también sexual) de nuestros niños y jóvenes, desde nuestro humilde lugar de cristianos, sin pretender ser los primeros ni los únicos, mientras esos mismos jóvenes reciban valores de respeto al cuerpo, al sexo y a la vida, y, asimismo, accedan a todos los medios preventivos posibles, preservativos incluidos. Dejemos de asustar con el infierno a los demás y pongamos manos a la obra con ellos, para hacer de esta Tierra el hogar que para todos debe ser.
Sin embargo, y para tratar de encontrar el equilibrio entre todas las opiniones vertidas, no puedo dejar de tener en cuenta lo dicho por otra lectora: Creo que lo que predicamos es lo que decimos o hacemos, y, lamentablemente, nos hemos dejado llevar por un mundo lleno de relativismos en el cual ni los padres sabemos cómo o qué enseñarles a nuestros hijos, pues todo está en discusión.
Como lo que señaló otro lector: Si tenemos que educar, ¿por qué no empezamos por enseñar concientemente a nuestros hijos, por hacerlo en el amor, el respeto, la familia, el trabajo, la dignidad y también, en el uso de profilácticos, en la diferencia que existe entre usarlo o no? ¿Por qué siempre se proponen "soluciones" o mejor, "parches" que tienden a mantener al hombre en la miseria y no a rescatarlo de ella? ¿Por qué siempre esa especie de "resignación" a la mediocridad, a la vulgaridad, en vez de aspirar a elevar al hombre a su verdadera condición y no de animal perecedero, como nos quieren imponer ciertas corrientes filosóficas, políticas y hasta teológicas, "facilistas" y demagógicas tan en boga? Hablemos, de una vez, claramente dentro del seno de nuestras familias y, sobre todo, sinceramente con nuestros hijos.
Finalmente, un párrafo en que otra -ya citada en otra de sus intervenciones- hace la salvedad de que, si admite el uso de preservativos en las campañas de prevención, no es para levantar la voz en defensa de una vida promiscua o en apoyo al aborto, todo lo contrario. Sino es reconocer una realidad que existió siempre y ahora es más agravante. Con el Sida y con otros elementos de una economía decadente, donde no se puede tener todos los hijos que Dios mande como se solía decir antes. Yo creo que los tiempos exigen a todos una mayor responsabilidad, de planificar la vida personal en todos los sentidos. Y en todas las clases sociales y, mucho más, las carenciadas.
Considero que el intercambio de estas ideas, ayuda y enriquece; por eso, para cerrar este diálogo, voy a citar lo que en este momento acude a mi mente y que es con lo que siempre me identifico plenamente: Que este espacio se convierta en un verdadero foro de comunicación. Más allá de lo que cada uno adhiera, este aporte que nos hace PENSAR es INVALORABLE. Creo que la comunicación fuera y dentro de la familia, es signo de madurez que antes no existía. Aprendamos a enseñar a nuestros hijos. En mi época de niño, jamás nuestros padres hablaban con sus hijos sobre este tema. ¡Qué error!, era tabú. . Armando Maronese .
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